Cartas

Meditaciones por escrito

Puerto Real Actualizado: Guardar
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Nunca asimilé cómo pueden ser denominados festejos populares, los cruentísimos maltratos y la posterior muerte tras una larga y penosa agonía a indefensos animales, insertos ya en el siglo XXI en diversos puntos de España. ¿Porqué motivos tradicionales quienes están facultados para ello no prohíben, no impiden tan execrables espectáculos?

Siempre distinguí por su evidente diferencia a la España oficial y la España real. La primera, por ejemplo, muestra su desolación bañada en lágrimas copiosas, al no ser elegido nuestro país para la celebración de cruciales eventos mundiales, y por otra la España real en su vida cotidiana con problemas de la envergadura de: no llegar fácilmente a fin de mes, carecer de una casa y un trabajo digno, sufrir un accidente mortal en su labor y tantas otras cuestiones vitales, que difícilmente podrán quitarle el sueño a quienes tienen su vida resuelta en algunas ocasiones a costa de lo que sea.

Lealtad, fidelidad, honor. ¡qué palabras de tan gran contenido tan arrinconadas como pretéritas y trasnochadas para quienes deberían ser los primeros en su estricto cumplimiento en sectores de nuestra sociedad! ¡Qué enorme daño! No sólo para su partido -sea éste el que sea-, producen a España y su estado de derecho todos aquellos que hacen de la corrupción su modus vivendi. Recurrir a practicar la teoría del ventilador, repartiendo culpas ajenas, hace que el pueblo soberano se haga eco de ello y tenga su muy particular opinión de la denominada clase política. No en vano un inminente intelectual dijo que en España es práctica habitual la picaresca. La corrupción no es cosa de ahora, pero hay que disociar un estado democrático de las distintas dictaduras sufridas en España.

Documentadamente, de las pasadas manifestaciones convocadas, a la que menor número de personas asistió, ha sido la que protestaba por el hambre en el mundo padecida por 1000 millones de hombres, mujeres y niños (¿?)

Escuchado días pasados: «¿Estamos más comunicados actualmente o más incomunicados que nunca?» ¿Avanzamos o retrocedemos con tantos casos de ausencia de valores éticos, morales, humanos en definitiva?