ANÁLISIS

Las cuentas no salen

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M ultitud de rumores apuntan a que lo de Cojetusa y Linesur, la operación de venta por la que la empresa cordobesa se haría cargo del servicio de autobuses de Jerez, está hecho y ya sólo es cuestión de perfilar detalles y de cumplir el trámite burocrático por el que la concesión pasaría de unas manos a otras.

Pero sólo hay que pararse a pensar en la situación y hacer unos sencillos cálculos para darse cuenta que hay algo que se escapa en esta compra. Y es que para que los actuales problemas no se repitan con los nuevos propietarios tienen que concurrir dos hechos casi excepcionales: que Linesur llegue con la mochila abarrotada de millones de euros para invertir y que el Ayuntamiento mejore tanto su situación económica que pueda hacer frente -al contrario que ahora- al pago de su aportación.

En la actualidad, la deuda de Jerez con FCC -dueña de Cojetusa- es de unos 24 millones de euros, y aunque el deseo de la compañía de Esther Koplowitz de marcharse en grande, no lo será tanto como para condonar esa cantidad. Por lo tanto, Linesur deberá abonar por esta concesión como poco el pago de la deuda, a lo que se une la necesidad de renovar una flota de medio centenar de autobuses de la que sólo unos 15 son utilizables. Y eso, a unos 180.000 euros cada coche, supone unos seis millones de euros más (si se compran los 35 necesarios).

Una enorme inversión para un negocio por el que Cojetusa ha perdido dinero cada día de los 15 años que ha tenido la concesión en su poder. Habrá que ver si Linesur está dispuesta a invertir sin garantías.