CRÍTICA DE TEATRO

Reloj vivo

CÁDIZ Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

H ay algo en las entrañas del artista que es imposible frenar. Existe una fuerza interior que obliga al creador a perseguir una ilusión, una imagen, un sueño o incluso una vuelta al mundo de los recuerdos con una nueva perspectiva. Su mente bulle, y el tiempo se hace herramienta indispensable a cada segundo para buscar las fórmulas que le lleven al momento de la creación. Ésta, a veces heroica contienda del artista con su obra, se remonta a una ínfima e intrínseca parte de nuestro ser más ingenuo e infantil que se niega a desaparecer y que tiene que mantenerse vivo a través de la realización de la obra. El binomio entre esa parte llamémosle, pura, y la parte de madurez y de técnica depurada del artista, puede dar origen a una serie de experimentos que conectan a su vez con la parte más sensible del espectador tenga la edad que tenga. Algo así pasa con el montaje de la compañía chilena Viaje Inmóvil: artista y público conectan en dimensiones fuera de la cotidianeidad.

Jaime Lorca, director del montaje, explica: «He trabajado para que el viaje de Gulliver sea un espejo fiel de la vida, un pequeño trozo de verdad y belleza. Y no hay modo de negar que su obra refleja dicha intención, pues su particular versión de este clásico, nos muestra ese laberinto creativo al que ha llegado para compartirnos su verdad; en ella se respiran y se sienten de forma generosa sin duda, las preocupaciones del hombre y del artista». Con este espectáculo como en pocos, el creador queda desnudo en sus pensamientos y motivaciones, plantándonos abiertamente el por qué de la guerra, de la muerte, de la libertad.

A través de una estructura a base de plataformas y poleas nos adentramos en un fantástico mundo de ilusiones y ensueños de hondo calado. Se juega con perspectivas, planos, profundidades y por supuesto, con una impecable precisión en todo momento. Teatro comprometido, inteligente, ágil y divertido a manos de artistas con una brillante ejecución vocal y un excelente trabajo técnico lleno de vida nos hacen estar ante un reloj vivo y mágico con e que disfrutamos minuto a minuto. Todos y cada uno de los elementos del engranaje encajan a la perfección en éste maravilloso cuento. Luces, sombras, colores, actores y títeres hacen que los grandes nos hagamos pequeños, y los pequeños, aprendiendo, se hagan grandes. Un deleite de principio a fin.