ASÍ LO VEO

Causas, efecto y propuesta de solución

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El desempleo es el principal efecto de una crisis económica caracterizada por causas exógenas y endógenas. Efectivamente, en España a diferencia del resto de países, además de la crisis financiera mundial, los problemas se han acentuado por la debilidad de la estructura en la que se asienta la economía.

El cambio de ciclo exige corregir los desequilibrios económicos. La crisis se ha cebado con el empleo de forma muy preocupante. De tal forma que ésta, desde la perspectiva de la Ciencia Económica, ha sido la variable que ha sufrido un ajuste más profundo. Y ello ha sido así, porque ante la imposibilidad, legal en unos casos y social en otros, de ajustar el precio del factor trabajo (el salario), la cantidad de éste factor (el número de trabajadores) es la que se ha visto abocada a reequilibrarse. Por eso no puede sorprender desde una óptica económica el deterioro del mercado de trabajo y la tasa actual de desempleo que soporta la economía española. Ello justifica la revisión inmediata de las instituciones en las que se asienta el mercado.

La perplejidad del pueblo español con los acontecimientos económicos que se suceden desde finales de 2007 no tiene parangón en nuestra historia, sólo comparable con lo que aún nos queda por ver en el futuro próximo si no tomamos las decisiones acertadas. Creo que todo el mundo habrá caído en la cuenta de que lo vivido en los últimos diez años ha sido todo un espejismo. Tal ha sido la distorsión de la realidad, que hasta en el programa electoral del partido que sustenta el Gobierno se prometía el pleno empleo, cuando vamos a la situación contemplada en las épocas de Felipe González, con tasas de desempleo que superaban el 23%. Nuestra economía adolece de importantes desequilibrios que pueden sintetizarse en dos, la falta de competitividad y el mantenimiento de déficits estructurales de variada índole.

La evolución del mercado de trabajo es determinante para entender la gravedad de la situación y su prolongación en el tiempo. En un principio el ajuste del mercado de trabajo, se ha hecho con los trabajadores que habían sido contratados temporalmente. Ahora, la sangría en el mercado se ceba con los trabajadores contratados de forma indefinida. En este contexto, las empresas se erigen como agentes económicos fundamentales, siendo éstas las que van a determinar el ritmo de crecimiento de la economía y del empleo. Dado el panorama de debilidad de la demanda interna, el empresario debe ajustar su capacidad productiva (oferta) a las necesidades reales demandadas por el mercado (demanda). Las empresas deben mirar al exterior para sobrevivir y para ello es preciso un comportamiento moderado de sus costes.

Audacia a las autoridades en las reformas necesarias y sensatez a los agentes sociales en la negociación colectiva y funcionamiento del mercado de trabajo, es lo menos que se puede pedir.