La sede de la Presidencia del Gobierno vasco se quedó ayer pequeña para el acto de conmemoración de la aprobación del Estatuto. / I. ONAINDIA
ESPAÑA

Patxi López reivindica la vigencia del Estatuto de Guernica 30 años después25 de octubre, una fecha emblemática para Euskadi

El jefe del Ejecutivo autonómico afirma que es el marco jurídico y político que garantiza el «derecho a decidir» de los vascos

VITORIA BILBAO Actualizado: Guardar
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El Estatuto de Guernica cumplió este domingo 30 años de vida. Patxi López lo festejó por todo lo alto. Hacía 20 años que ningún lehendakari le daba al texto que ha hecho del País Vasco la comunidad política con mayor capacidad de autogobierno de toda Europa una relevancia semejante. Fue José Antonio Ardanza el último en conmemorar la efemérides, en 1989; y ni siquiera lo hizo con tanto boato. Sometido al desplante nacionalista, que el sábado organizó en la villa vizcaína que vio nacer el texto un contra-acto en el que reivindicó el fallido y soberanista plan Ibarretxe, el jefe del Gobierno autonómico defendió la vigencia del actual marco normativo como «instrumento que garantiza nuestro derecho a decidir».

La elección de los términos no fue en absoluto inocente. A ese derecho han apelado siempre las fuerzas soberanistas para reclamar un nuevo estatus jurídico y político para Euskadi. López dejó abierta la puerta a una reforma estatutaria porque en política «no hay textos sagrados intocables», y además «nada se decide para siempre», pero defendió que el Estatuto vigente sigue siendo válido porque fija un marco de convivencia en el que caben todos los vascos. «Respeta la pluralidad de ideas y la diversidad de identidades de la sociedad vasca, sin divisiones ficticias», señaló. «Nadie debiera querer imponer ideas o identidades para uniformar al país».

Su discurso, pronunciado con vehemencia, corrió el riesgo de quedar algo deslucido. No sólo por la ausencia de representantes del grupo político con mayor representación en el Parlamento de Vitoria, sino porque el tiempo no acompañó y, en lugar de los jardines del palacio de Ajuria Enea, hubo que recurrir a los interiores del moderno edificio de Presidencia. Cientos de personas se congregaron, aún así, en este día que los socialistas pretenden convertir en festivo el próximo año. Ya lo intentaron en 1997, estando en el Gobierno en coalición con el PNV, pero sus entonces socios nacionalistas apoyados en los independentistas lo vetaron.

Entre los presentes, además del presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti; el presidente del Senado, Javier Rojo; la presidenta de la cámara vasca, Arantza Quiroga; el delegado del Gobierno, Mikel Cabieces; el presidente del Tribunal de Justicia del País Vasco, Fernando Ruiz Piñeiro, o el Defensor del Pueblo en Euskadi, Iñigo Lamarca, se encontraban el ex presidente del PNV, Josu Jon Imaz, y el ex vicelehendakari Mario Fernández, actual presidente de la BBK (caja de ahorros de Vizcaya).

El grueso de la formación nacionalista, el retirado Juan José Ibarretxe incluido, se había congregado apenas veinticuatro horas antes bajo el emblemático árbol de Guernica para denunciar el «incumplimiento» de la ley autonómica. Los nacionalistas se aferraron al hecho de que 30 años después aún queden competencias pendientes de transferir para negarse a participar de la ceremonia organizada por López. Sostienen que el texto que ellos mismos impulsaron en 1979 se convirtió en papel mojado porque fue vaciado de contenido por el Gobierno central y el Tribunal Constitucional.

Pedir y reivindicar

El problema radica, comenta un veterano dirigente de los socialistas vascos, en que el nacionalismo siempre vio en el Estatuto un marco legal para «pedir y reivindicar», pero no para «construir».

El nacionalismo vasco -al menos un amplio sector- resume el dirigente, siempre tuvo una visión «instrumental» de la autonomía porque su objetivo es la independencia. Nunca han querido conmemorar desde las instituciones la aprobación del texto, el primero que vio la luz en la transición y en cuya tramitación se emplearon a fondo dos históricos: Xabier Arzalluz, en el Congreso, y Carlos Garaikoetxea con Adolfo Suárez.

En la intervención de López no faltó el recuerdo a las víctimas del terrorismo etarra, asesinadas «por defender -dijo- los valores democráticos que contiene el Estatuto». Insistió así en que una de las bondades del marco estatutario es que constituye un «pacto entre vascos diferentes que deciden vivir juntos, respetando las diferencias y resolviendo los problemas». «Es verdad que los vascos somos diferentes; pero no diferentes a otras sociedades, somos diferentes entre nosotros», remarcó.

El 25 de octubre no es un día cualquiera en el País Vasco, es una fecha emblemática cargada de historia. Es la de la aprobación en referéndum del Estatuto de Autonomía de Gernika en 1979, pero también la aprobación de la ley que en 1839 recortó los Fueros vascos y navarros en aras de «la unidad constitucional de España» tras la primera guerra carlista. En 1876, serían abolidos como colofón a la tercera guerra carlista. Su recuperación se convertiría en una obsesión histórica para el nacionalismo vasco.

Pero el 25 octubre también fue una fecha elegida en tiempos recientes por el PNV para sus grandes retos. Ese día de 2003, el lehendakari Juan José Ibarretxe presentó su plan soberanista que sería rechazado en 2005 por la Cortes Generales. Y también fue esa misma fecha, pero de 2008, la señalada para celebrar su referéndum de autodeterminación, una cita que frustró el Tribunal Constitucional por considerar que el jefe del Gobierno vasco se había arrogado unas competencias que la Carta Magna sólo atribuye al presdiente del Ejecutivo central.

El hecho de que este año el 30 aniversario de la aprobación del Estatuto coincidiera en domingo ha permitido que la polémica haya transcurrido sin estridencias. Otra cosa será en 2010, cuando sea un lunes y día laborable.

El Gobierno del socialista Patxi López tiene intención de declarar la jornada festiva, algo a lo que presumiblemente se opondrán los nacionalistas con el mismo argumento que esgrimieron hoy para rechazar la invitación del lehendakari: ¿qué es lo que hay que celebrar si, después de tantos años, la ley no se ha cumplido y quedan 35 competencias por transferir.

El Gobierno vasco, sin embargo, está resuelto a seguir adelante y declarar el 25 de octubre día de la fiesta autonómica de Euskadi. Se subsanaría así una anormalidad dentro de España. El País Vasco es la únicacomunidad autónoma que, por ahora, no tiene una fiesta oficial.

El resto suele celebrar algún hecho histórico de relevancia, como la Diada del 11 de septiembre en Cataluña, el Día de Galicia del 25 de julio o el 2 de mayo de la Comunidad de Madrid, pero la mayoría conmemora la aprobación de su estatuto autonómico.