Paco Caballero es uno de los pocos que aún trabaja la piel. / LA VOZ
Jerez

La tradición de un oficio

La falta de cursos de guarnicionería hace que este trabajo artesano, que tanta fama ha tenido tierras jerezanas, corra un serio peligro

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Paco Caballero lleva toda la vida trabajando como artesano de la piel. Aprendió el noble oficio de guarnicionero en Duarte. La gran casa que llegó a trabajar nada menos que para la Casa Real Española y que muchos todavía recuerdan en la calle Lancería. Allí aprendieron artesanos de renombre como Manolo Cabeza o Rafael Sicilia, jerezanos que son referentes en el oficio. «Aquellos sí que eran tiempos -comenta Paco Caballero desde su taller en la calle Carmen-. Era duro, pero se aprendía mucho con gente como Francisco y Charo Duarte. Después de algunos años barriendo el taller, te daban una aguja para comenzar a hacer a coser. Ya te lo sabías de memoria de tanto verlo».

El guarnicionero se encarga de diseñar y crear todos los arreos y guarniciones destinadas a la disciplina equina. Jerez, desde hace siglos, ha sido una de las grandes escuelas de este oficio. «En España se ha trabajado siempre las más preciadas pieles. Tenemos el mejor material y poseemos imaginación para hacer buenos diseños. Ahora sólo hace falta que haya una escuela donde las generaciones venideras puedan acceder a este oficio como yo pude en su día», subraya Paco.

Formación

Las escuelas taller, como los fue La Herradura, que ofreció este servicio de aprendizaje en Jerez desde el año 2004 hasta el comienzo de 2009, fueron proyectos muy positivos. «No sólo se pretendió ofrecer un oficio como el de la guarnicionería, sino también una formación integral para chavales que estuvieron en las dos escuelas taller que tuvimos el honor de llevar en Jerez», explica el artesano que fue el maestro guarinicionero de dicho taller.

La Herradura también tenía cursos de herraje, mozo de cuadra y auxiliar de turismo ecuestre.

El caso es que Jerez carece ahora de este servicio de aprendizaje. Un oficio artesano que ha dado siempre renombre a nuestra tierra, meca del caballo español. Una actividad que se puede perder si no lo ayudamos entre todos. Las instituciones públicas estuvieron en su día respaldando esta noble iniciativa.

Sería importante no perder una disciplina tan nuestra. Un oficio que se creó la primera vez que un hombre decidió montar sobre los lomos de un caballo.