José Luis Rodríguez Zapatero y Barack Obama posan en la pasada cumbre del G-20 en Pittsburgh. / REUTERS
ESPAÑA

Zapatero aspira a pilotar con Obama la renovación de la Agenda TrasatlánticaMás soldados a Líbano

El presidente del Gobierno sella en la Casa Blanca

MADRID MADRID Actualizado: Guardar
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Esta noche, cuando se vaya a la cama, José Luis Rodríguez Zapatero no se deslizará entre las sábanas de su lecho en el palacio de la Moncloa. Estará en la residencia Blair, la mansión del siglo XIX que los presidentes de Estados Unidos ponen a disposición de sus invitados, a unos metros la Casa Blanca. Vendrá de presenciar en Madrid el desfile de las Fuerzas Armadas; justo como aquel día, hace seis años, en que se negó a levantarse al paso de la bandera norteamericana. Tras más de una legislatura en el purgatorio del ninguneo al que lo sometió George Bush, el jefe del Ejecutivo tiene una ambición: pilotar la renovación de la Agenda Trasatlántica que fija el marco de relaciones entre la UE y Estados Unidos.

La presidencia de turno de la UE en 2010 se ha convertido en la excusa perfecta para impulsar la proyección internacional de un presidente hasta hace un año poco viajado. Bajo ese paraguas será recibido en el Despacho Oval, se sentará junto a la emblemática chimenea, y las cámaras lo inmortalizarán de charla con el líder de la primera potencia mundial. Sellará así el fin de los desencuentros, un punto final que ha estado precedido de un despliegue de gestos de buena voluntad: el aumento, hasta un millar, del número de efectivos en Afganistán y su contribución simbólica -España aceptará al menos dos ex presos- al cierre de Guantánamo.

Zapatero pretende que el nuevo Premio Nobel de la Paz, con quien ya mantuvo una breve entrevista en Praga el 5 de abril, ayude a consolidar la posición de España en el G-20. Un objetivo para el que desempeñar un fuerte papel en la UE juega a su favor. El Gobierno considera que la llegada al poder del dirigente demócrata abre una ventana de oportunidad para reforzar el vínculo entre la primera potencia y el Viejo Continente, ahora que «nuevos centros de poder», India, Brasil y China que, según fuentes diplomáticas, empujan para ocupar un espacio que les había estado vedado.

Objetivo de paz

Hace tiempo que en el mundo diplomático europeo se habla de renovar la Nueva Agenda Trasatlántica firmada por Bill Clinton 1995, en representación de Estados Unidos, y Felipe González, en el de la UE, durante una cumbre en Madrid. Zapatero querría repetir la hazaña. El hecho de que el Tratado de Lisboa entre en vigor -si es que el presidente checo Vàclav Klaus o el líder de la oposición británica, David Cameron, no lo impiden- convierte la presidencia española en un momento propicio porque una de las dificultades para las relaciones bilaterales siempre fue el hecho de que Europa careciera de un líder que pudiera hablar en su nombre como hace el presidente de Estados Unidos en nombre de su país y porque no contaba con una política exterior unitaria.

El Tratado crea un presidente permanente de la UE y un superministro de Exteriores. Está por ver si eso no quita protagonismo a Zapatero, pero en cualquier caso, el jefe del Ejecutivo aprovechará su cita en la Casa Blanca para presentarse ante Obama como un buen aliado con intereses y objetivos comunes. Uno de esos retos es la paz en Oriente Próximo

El papel que pueda desempeñar España por sí sola en este proceso es también limitado. Pero en cuanto parta de Washington, mañana tras almorzar con Obama, Zapatero pondrá rumbo a Siria, Israel, Palestina y Líbano para tomar la temperatura a las expectativas de negociación para los próximos meses. La cuestión está también en su agenda con el presidente estadounidense, como lo está Afganistán, una de sus grandes preocupaciones.

A nueve meses de su llegada al poder, Obama atraviesa uno de sus momentos más delicados. Aún no ha alcanzado ningún logro con el que saciar sus compromisos electorales: la reforma del sistema sanitario permanece estancada, el cierre de Guantánamo parece lejano y Afganistán va camino de 'vietnamizarse'. Este sábado tuvo que enfrentarse al colectivo gay para renovar su promesa de que estos puedan servir abiertamente en el Ejército. Tampoco con ellos ha cumplido. Quizá en esto Zapatero tenga algún consejo que dar.

El Ministerio de Defensa trabaja con la hipótesis de enviar 200 militares españoles más a Líbano, que se sumarían al contingente de 1.100 soldados desplegados actualmente en aquel país, si España asume el mando de la Fuerza Interina de Naciones Unidas.

Según confirmaron fuentes del departamento que dirige Carme Chacón, para que se lleve a cabo el incremento del contingente de cascos azules deben darse tres circunstancias: que Naciones Unidas otorgue el mando de la misión a España, que el Ministerio y el Estado Mayor de la Defensa aprueben el refuerzo y que éste consiga la autorización del Congreso.

De cumplirse estos tres requisitos, la misión española en el Líbano estaría integrada por 1.300 militares. Está previsto también que el general de división Alberto Asarta tome en breve el mando de la misión internacional. Asarta, que debe ser nombrado por el secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, sustituirá al general italiano Claudio Graziano, que cumple el próximo febrero tres años en el cargo, el máximo tiempo previsto, después de que en 2007 sucediera al general francés Alain Pellegrini.