Hogar, amargo hogar

El Portuense se muestra como un gran padre, cediendo en el Cuvillo todo lo que gana fuera. Los mismos siete puntos que ha conseguido fuera los ha cedido en su casa, aunque ésta vez es más doloroso porque se trataba del farolillo rojo Cartaya, que pese a todo sigue siendo el colista con sólo dos puntos. Parecía que ésta vez a los rojiblancos no les iba a pesar la presión ante sus incondicionales, debido a la euforia que existía después de Huelva, pero se ha vuelto a demostrar que tener que llevar el peso del encuentro no le viene nada bien. Es mejor para el equipo de Manzano hacerlo a la contra. Los onubenses se les encerraron atrás olvidándose del juego de ataque y no se supo romper la barrera adversaria, que con balones por alto y de cara se sintieron más a gusto. Ofensivamente, el Cartaya no hizo nada que mereciera la pena.

El hecho de romperse Juanca a los cuatro minutos con un esguince tampoco debe servir de justificación puesto que su sustituto Parra fue un cambio natural. Los de El Puerto pecaron de balones aéreos que en todo momento favorecieron la labor defensiva visitante. Hasta el minuto 19 no propició el equipo local una jugada ataque que terminó en saque de corner sin consecuencias. Ya en el 36 si llegó de verdad la primera ocasión clara con un centro por la izquierda de Silva, que pasó por delante de Villalba y Mere, sin que ninguno acertara.

Con la misma tónica se reanudó el partido, aunque con la esperanza de poder batir al farolillo rojo. Pero el gozo en un pozo. Más encerrado aún el Cartaya, provocó que el Portuense se hiciera por entero con el encuentro siendo el único que intentaba ganarlo. Pero los errores eran los mismos, balones desde atrás hacía adelante por arriba, con ventaja forastera. Se esperaba que cayera una falta idónea para el lanzamiento de Lolo Prado, que llegó a los 65 minutos, pero en la misma línea de gol Jacob la atrapó. Y es los aficionados que quieran disfrutar del juego de su equipo se tendrán que desplazar.