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El Doce ya pasó

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U n secreto, ahora que la suerte está echada. La de los presupuestos, digo. La conmemoración del Bicentenario no es más que una excusa. Obviamente, no es una fecha baladí. Se cumplen doscientos años de la primera constitución en este país, aquella que se firmó aquí mientras los fanfarrones trataban de derribar las Puertas de Tierra a bombazos. Aquella Constitución sentaba las bases de la futura libertad, estableciendo el principio del Sufragio Universal, el reparto de las tierras o la libertad de imprenta. Otra cosa es que -al seguir España bajo el mandato del gobierno pro-franchute- durante un tiempo nadie imprimiera nada que fuera en contra de Pepe Botella, las tierras siguieran en manos de los mismos y votar, lo que se dice votar, no se votó gran cosa. Y menos, las mujeres.

El caso, ahora ya metidos en el siglo XXI, es que el 200 cumpleaños de La Pepa es una magnífica excusa para modernizar Cádiz, que buena falta le hacía. El truco es antiguo. Ya lo hizo Sevilla con la Expo, cuando le llevaron el AVE desde Madrid, le construyeron el puente más desproporcionado que haya diseñado ingeniero alguno y más hoteles que en Las Vegas. Hizo lo propio Barcelona con las Olimpiadas y pretendía hacerlo Madrid, hasta que el viernes Río de Janeiro le quitó la vez. La cuestión es tener una excusa para pedir a todas las instituciones que aumenten sus partidas en los presupuestos.

Cádiz no ha dejado pasar la oportunidad y lo cierto es que hay en marcha un buen puñado de proyectos que, de culminarse todos, darán un aire completamente renovado a la ciudad.

A saber. El más importante sin duda es el segundo puente. Pese a algunos detractores que no quieren perder paisaje cuando pasean por la Barriada de la Paz, esta tercera vía de entrada a la ciudad era absolutamente necesaria. Y a la vista está que marcha viento en popa.

Siguiendo con las infraestructuras, también tendremos alta velocidad. No exactamente el AVE, pero sí un tren más rápido que el actual para cuando necesitemos viajar a la capital del reino. Y además, un tranvía que nos permitirá movernos por toda la bahía sin necesidad de coger el coche.

También hemos ganado una reforma del Oratorio de San Felipe Neri, como no podía ser de otro modo toda vez que es el centro neurálgico de la fiesta.

Lo del hospital no está tan claro que vaya a estar a tiempo y ni siquiera que sea con motivo del Bicentenario, pero cierto es que el Puerta del Mar desaparecerá y dentro de poco tendremos que ir al médico detrás del Mercadona.

El hotel Atlántico será completamente nuevo para la efeméride, el Castillo de San Sebastián está siendo ya remozado y en los antiguos depósitos de Tabacalera tendremos un centro cultural.

A priori, sobre todo si de verdad todos los proyectos están concluidos en fecha, la cosa tiene buena pinta. La ciudad va a ser otra, física y socialmente. Pero como en todo, siempre se puede mejorar y cabe preguntarse si se podía haber explotado un poco más todavía el tema. Por ejemplo. Seguimos sin centro multiusos. Ojo, no hablo de plaza de toros multiusos. El debate de si debe haber corridas dentro o no me parece secundario. Pero sí es cierto que esta ciudad no cuenta con un sitio donde celebrar grandes eventos, como conciertos o espectáculos de todo tipo.

También se ha dejado escapar la oportunidad de convertir Valcárcel en un hotel de cinco estrellas. Y de paso arreglar las viviendas de alrededor. Ese proyecto, que tiene también una pila de años, no acaba de concretarse nunca.

Podríamos hablar de mil cosas más, de cambios más o menos profundos para la ciudad, como la remodelación de toda la entrada. La Zona Franca sigue estando impresentable, y aunque ya se trabaja en ello, seguirá durante un tiempo igual de cochambrosa que ahora.

El Doce ya pasó. Pasó en el sentido de que todo lo que se podía hacer ya se está haciendo. En cómputos generales el botín que se lleva Cádiz no está mal. Pero no podemos darnos por satisfechos mientras haya cosas por mejorar, que siempre la hay. Que no pasen otros doscientos años.