Editorial

Incomprensible

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El incremento de la presión impositiva, contemplada en el proyecto presupuestario aprobado por el Consejo de Ministros el sábado, reflejó ayer la incongruencia de una medida que ni parece responder a un propósito económico medianamente claro, ni facilita la tramitación parlamentaria de las Cuentas Públicas, ni permite que el Gobierno se vea acompañado en su empeño por los agentes económicos y sociales. Más bien todo lo contrario. El mismo hecho de que el Ejecutivo haya decidido suprimir la deducción de 400 euros demuestra hasta qué punto las supuestas intenciones pocas veces se hacen realidad cuando se actúa por golpes de efecto en materia impositiva. Por su parte, es probable que el incremento de la presión sobre las rentas del capital quede al final neutralizado, tanto por su limitada capacidad recaudatoria como por sus efectos sobre la economía. Pero la subida del IVA a partir del próximo 1 de julio va a entrañar un incremento de precios para el consumidor final, cuya fijación nada menos que para el segundo semestre de 2010 resulta sorprendente en un Ejecutivo que se ha caracterizado hasta la fecha por rehuir las previsiones a tan largo plazo. Como resulta comprometido, e incluso contradictorio, con el vaticinio por parte del presidente Rodríguez Zapatero de que será entonces cuando comience a crearse empleo.

En cualquier caso, no es de recibo que el presidente continúe presentando las medidas fiscales que recoge su proyecto de Presupuestos para 2010 con el mismo argumento que empleó en sus primeros anuncios, apelando a la necesaria solidaridad que quienes más tienen han de ejercer en beneficio de los que más necesitan.