Recambio alemán
Actualizado: GuardarLos ciudadanos alemanes despejaron ayer con nitidez la principal incógnita de las elecciones: quién gobernará con la canciller Merkel los próximos cuatro años y, singularmente, el período que permitirá calibrar si la oxigenación de la economía germana en el segundo trimestre del año la enfila hacia ya hacia la recuperación. Los electores han dado por finiquitada la experiencia siempre excepcional de la gran coalición entre la CDU y los socialdemócratas del SPD y han decantado las opciones de gobierno hacia la alianza del partido de Merkel con los liberales. El escrutinio ha certificado la paulatina pérdida de apoyos en las dos grandes formaciones, incapaces de contener tanto el desgaste propio de una gestión en tiempos de dura crisis, como la progresiva corrosión que viene sufriendo el bipartidismo en paralelo al repunte de las fuerzas minoritarias; un reacomodo del mapa electoral que se ha dejado sentir en la participación, muy apreciable -el 72%- aunque menor que en anteriores citas con las urnas. Pero aunque ambos partidos han cosechado sus peores resultados en las últimas décadas, confirmando la existencia de asentadas corrientes a derecha e izquierda que se distancian del poder tradicional, la carga del descontento ha recaído de manera mucho más dolorosa sobre la candidatura de Frank-Walter Steinmeier, imposibilitado para distinguirse de la imagen de gestora responsable de Merkel y para contrarrestar los réditos obtenidos de la coalición por parte de la CDU. El histórico desplome del SPD, que le expulsará a la oposición 11 años después, revela que su permanencia en el Gobierno en 2005 sólo aplazó la necesaria reconversión de un partido huérfano de liderazgo desde Schröeder; al tiempo que incide en el retroceso que viene soportando la socialdemocracia europea, especialmente gravosa al hacerse más visible en plena crisis económica. El nuevo Gobierno que se perfila tras las elecciones de ayer refuerza su orientación conservadora, aunque resulta prematuro evaluar cómo empastará la canciller Merkel su contenida forma de hacer política y su proclamada voluntad de gobernar para todos los alemanes con el programa de los liberales, que abogan, entre otra cosas, por un recorte impositivo aún mayor que el que propugna la líder democristiana. De cómo se resuelva ese ajuste en el poder dependerá no sólo la dirección que emprenda Alemania hacia la salida definitiva de la crisis, sino si la misma actuará también como motor para el resto de Europa.