Dos sobrinos del preso muestran una foto suya. / JUAN CARLOS CORCHADO
Jerez

«Martín está abandonado y enfermo en una cárcel de Perú»

Una familia jerezana denuncia el calvario que está padeciendo su hermano en Lima

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La palabra desesperación se queda corta para describir el estado en el que se encuentra la familia de Martín Fernández. El jerezano, de 45 años, lleva tres meses hacinado en una cárcel de Perú y desde hace dos padece una infección galopante que lo tiene postrado, «sin recibir ayuda de nadie». Sus parientes se confiesan indefensos ante un problema que se agrava conforme pasa el tiempo, y para el que ninguna autoridad parece tener respuesta.

Martín llevaba una vida normal, como relató su hermana Loles a este periódico, ejerciendo su profesión de pintor en Canarias, donde residía con otra hermana. Sin embargo, algo se torció en su existencia y «cometió un error», como lamenta Loles, estando en el país andino, donde la Policía lo sorprendió con cierta cantidad de cocaína. «Él nunca había tenido problemas con la Justicia, creo que alguien lo engañó», sentencia angustiada, aunque los familiares no tienen muy claro cuál era la naturaleza del viaje de Martín a Perú.

El caso es que, una vez sucedieron los hechos, fue apresado e internado en una cárcel de Lima, donde, según sus allegados, las condiciones de vida de los presos son muy precarias, lo que le produjo una infección en un pie. «Al principio decían que era un hongo, porque lo cierto es que entró en muy buenas condiciones físicas. Pero ahora parece que se ha convertido en un herpes y que le llega hasta los genitales. A veces, hasta se desmaya por el dolor».

Ante esta situación, la familia, tanto desde Jerez como desde Canarias, asegura haberse puesto en contacto en reiteradas ocasiones no sólo con la Embajada de España en Lima, sino también con el Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid. Sin embargo, Loles afirma que «se pasan la pelota unos a otros» y nadie les ofrece explicaciones y, lo que resulta aún peor, soluciones al respecto.

Sin atención médica

Una de las cosas que menos entienden es el hecho de que su hermano no haya sido atendido médicamente en la cárcel, a lo que les responden desde el propio centro penitenciario que para eso el reo tendría que abonar un dinero del que carece. Los suyos están dispuestos a mandárselo, pero dicen que esto está prohibido para los presos. Mientras tanto, Martín continúa a la espera de un juicio que se eterniza y no cuenta siquiera con un abogado que se supone debería facilitarle la embajada.

«Lo que queremos es que nos digan qué podemos hacer, porque esto es muy grave. Mi hermano está allí abandonado y enfermo, ¿a qué voy a tener que esperar, a que me lo manden con los pies por delante? ¿Qué pasa, que él no es nadie? Yo creo que así no se trata ni a un perro».