A Silvio le crecen las 'velinas'
Actualizado: GuardarA nda que... Pásate la vida cuidando tu imagen, sometiéndote a costosas y dolorosas operaciones estéticas y a otras abrasivas técnicas de rejuvenecimiento, para que al final te acaben llamando anciano. Lo digo por Silvio Berlusconi. Se lo ha llamado primero su hija, y luego, su amiguita especial. «Yo no me voy con ancianos» (o sea, con él), ha declarado rotunda Noemi Letizia, la rubia de 18 años ( en la imagen) que en su día desencadenó el divorcio de il Cavaliere y que hoy podría provocarle una angina de pecho, pues los disgustos son fatales a determinada edad.
La joven se defiende así de unas declaraciones efectuadas por Barbara Berlusconi en Vanity Fair en las que dijo que no podía opinar sobre la relación de su padre con la tal Noemi, porque ella no se va con ancianos. Y si sólo fuera eso... Pero no. Las desgracias nunca vienen solas. Ahora al coro se suma también Veronica Lario, la esposa despechada, que acaba de reeditar Tendencias Veronica. Un libro sobre moda cabría deducir... Bueno pues no. O sí, si consideramos que la última moda y tendencia es insultar al marido. «Berlusconi se ha convertido en un hazmerreír alrededor del mundo», sostiene Lario, en una interesante reflexión sobre la capacidad globalizadora de la ridiculez.
Ganas de 'vendetta'
Francamente, no sé qué es peor si tener una amiguita descerebrada, una hija díscola o una mujer con ganas de vendetta. Está claro que, igual que a otros les crecen los enanos, a Berlusconi le han crecido las velinas. No entiendo su afición a este tipo de starlettes. Con el mal resultado que dan (diez minutos de placer, y diez años de tortura mediática), ya debería estar escarmentado. Pero, como he dicho alguna vez, esta cabra no puede evitar tirar al monte... de Venus.
«Papi», le llamaba Noemi Letizia a Berlusconi hace apenas unos meses. Supongo que ahora habrá cambiado ese dulce apelativo por el de abue. «Hola, abuelito, estoy aquí. ¿Cómo me ves?», parecía preguntar la jovencita mientras posaba con insinuante biquini en la cubierta de un yate fondeado hace unos días en la isla de Cerdeña, a escasa distancia de la mansión vacacional del presidente italiano. ¿Abuelito, dime tú? Esto empieza a parecer Heidi en una nueva versión para adultos. De tierna amiguita y protegida, Letizia se ha convertido en una auténtica maldición que persigue a il Cavaliere, igual que al pecador la culpa o al moroso el cobrador del frac.
Y la cosa va para largo, pues la joven se ha propuesto hacer carrera en el cine. Hasta ahora, todo lo que ha conseguido es un breve papelito en un cortometraje lleno de mafiosos, ferraris y rubias de bote (no iba a ser en una de Lars von Trier). Un cameo en un corto equivale a hacer de extra en una de romanos, pero hete aquí que alguien (experto en encontrar a Wally, supongo) se ha fijado en ella y hasta la han premiado. No en la Mostra de Venecia, desde luego, sino en Valva, una pequeña localidad del sur de Italia que se reivindica.