Justicia aberrante
Actualizado: GuardarLa justicia consiste en entregar a cada persona aquello a lo que tenga derecho. Su administración consiste en determinar y defender los derechos de las personas de acuerdo a lo establecido por la ley o por los principios de equidad.
No hay peor forma de ser injusto que cuando la justicia se aplica tarde y mal. Que nuestro sistema judicial está obsoleto, y que no responde a las necesidades de la sociedad, no es ninguna nueva noticia. Pero lo que causa estupor, y provoca indignación a la ciudadanía, son algunas sentencias que están lejos del principio rector de imparcialidad, o algunos procedimientos judiciales que por tortuosos y torticeros ponen en tela de juicio las funciones del tercer poder del Estado.
Me vienen a la memoria una sentencia del Tribunal Superior de Andalucía (Sala de Sevilla) que no consideró accidente de trabajo la muerte de un trabajador de una obra que fue aplastado por un muro, en su lugar de trabajo pero durante la media hora del bocadillo. O aquella del alto Tribunal catalán que casi condena por «asesinato» a un trabajador que falleció por accidente de trabajo, de cual era responsable por seguir las instrucciones del empresario. El caso de violencia de género en la que el Tribunal no apreció ensañamiento del agresor después de haber propinado a su víctima más de veinte puñaladas, eso sí ninguna de ellas fue causa suficiente para provocarle la muerte. O aquella por la que se condenó a una cuantiosa multa y a meses de prisión a un pastor por consumir una infusión de hierbas silvestres, qué resultaron ser de una especie protegida. La casuística es tan diversa que parece imposible encontrar dos sentencias parecidas.
La aberración llega al extremo de hacer posible que se admita a trámite la querella presentada por el Sindicato Manos Limpias contra el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Se le acusa de prevaricación, para ello el Tribunal Supremo exige que las resoluciones se aparten de toda interpretación razonada. Su delito es excederse en sus competencias en las investigaciones de los crímenes de la Guerra Civil y el franquismo. No entro en discutir si es su competencia, desde el punto de vista judicial, o no el poder investigar las tropelías realizadas durante la dictadura, o el poder ordenar la exhumación de tantísimas fosas comunes como están documentadas, lo que si defiendo es que parece ser el único al que le ha interesado, a parte de a los familiares, el dar una digna sepultura a tanta víctima del escarnio. Indigno es que los supuestos descendientes de los «vencedores» todavía no permitan reponer la honra y el honor de tanta víctima ultrajada. ¿Es el miedo o la vergüenza lo que les hace obrar así?. De un Sistema Judicial que nos sorprende frecuentemente podemos esperar cualquier sentencia.
Lo cierto es que se hace buena la célebre maldición gitana: «Que tengas pleitos, y que los ganes».