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Y al que le duela que se suene
La princesa Magdalena de Suecia anuncia que se casa con un abogado, mientras nuestra Belén Esteban dice que veranea en la 'Costa del Azar'
Actualizado: GuardarLos suecos y las suecas, esas buenas, introvertidas y atormentadísimas gentes, según descripción, primero de Bergman y luego de Larsson, tienen desde ayer un motivo para sonreír, e incluso para saltarse la consulta del psicoanalista; sobre todo, si son monárquicos. Su princesa Magdalena se casa. ¿Cuándo? Esto no lo sabe seguramente ni ella, pues su hermana Victoria (que nació antes y desde entonces le lleva la delantera) anunció su compromiso hace meses con vistas a una boda real que no se celebrará hasta mediados del año que viene... La de Magdalena quizá llegue en 2011 (si es que para entonces ha sobrevivido el planeta, y el bolsillo de Carlos Gustavo). Pero lo bueno es que la joven, tras mucho esperar en la cola del Inem matrimonial, ya está oficialmente comprometida con su novio, Jonas Bergstroem.
Por si hay alguien que todavía no se había fijado en ella (lo dudo, pues otra cosa no, pero vistosa es un rato), cabe señalar que Magdalena es la guapa oficial de la aristocracia europea. Lo que se dice la típica sueca. Siempre, claro está, que al decir la típica sueca pensemos en la clásica nórdica maciza (alta, rubia y neumática) del Torremolinos de los años setenta y no en Lisbeth Salander, protagonista femenina de la trilogía del escritor sueco más de moda este verano (Stieg Larsson). A los que beben los vientos por Salander (menuda, morena, huesuda, y encima malencarada) seguro que la risueña y mollar Magdalena los deja, como poco, indiferentes. Pero lo cierto es que ella ha tenido (siempre según las revistas) un sinfín de candidatos, tanto nobles como de los otros.
Y, como buena princesa moderna que es, ha elegido a uno de los otros. Supongo que Magdalena ha aplicado a su elección la lógica de un maduro amigo mío que sólo liga con jovencitas porque como él mismo dice: «los años ya los pongo yo», y ha pensado (igual que su hermana Victoria y tantos otros príncipes del momento), que lo que necesita no es sangre azul, porque eso ya lo pone ella. El plebeyo resultante al menos es abogado y trabaja en un prestigioso bufete, mientras que su hermana, la heredera, se va a casar con su entrenador personal (ni Madonna).
Norma Duval y Falete
Y mientras los suecos se desayunan hoy (informativamente hablando) con la dulce Magdalena, aquí seguimos alimentándonos de carroña reciclada: el vello público de Marujita, el vudú de Falete, la separación de la Duval (vedette a la que retiró un señor que extrañamente no era de Bilbao), el espasmódico veraneo de Belén Esteban... Lo cual viene a demostrar que nuestra sociedad es todavía más retorcida y atormentada que la de Bergman y Larsson.
La Esteban, que en lo rubia ha salido a Magdalena, pero en lo punki y en el mal carácter se parece más a Lisbeth Salander, sigue de moda por dos razones. Una, que ha hecho testamento. Y la otra, que veranea en Peñíscola, muy cerca de Jesulín. ¿Se verán, no se verán? Yo hasta ahora creía que ésa era una pregunta retórica, pero después de oír a Belén decir que ella y su ex están en la Costa del Azar no descarto un encuentro, porque el azar es muy caprichoso. Y, como diría la Esteban, «al que le duela, que se suene los mocos», que es lo que ha venido a decirle una cabreada Hillary Clinton al periodista que osó preguntarle por su marido, sólo que en inglés.