Chiclana

La unión vecinal hace aguas

La representatividad de las cinco federaciones de AA VV de la ciudad queda en entredicho por su disparidad de criterios en los grandes temas

| CHICLANA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La carencia de infraestructuras, la peatonalización y, sobre todo, la idoneidad de los costes y plazos del proceso de regularización del extrarradio están siendo algunos de los asuntos donde la disparidad de criterios han dejando entrever que las cinco federaciones de asociaciones de vecinos que existen actualmente en la ciudad no cuentan con toda la representatividad exigible a este tipo de colectivos.

Y es que el mero hecho de que haya cinco colectivos supravecinales ya es de por sí revelador. Estas federaciones se constituyen como grupos de asociaciones de vecinos y comunidades de propietarios. Chiclana Vecinal, Chiclana Norte, Ciudad de Chiclana, Pagumo y Rana Verde ostenta la representatividad de una quincena de colectivos de media; lo que da una idea de la disparidad de pareceres y opiniones que deben discutir en sus foros internos para posicionarse de manera única e indivisible en cada proyecto para la ciudad.

No obstante, estas entidades vecinales mantuvieron un posicionamiento común durante la etapa de Gobierno local del cuatripartito de Ernesto Marín, casi siempre en su contra. El propio ex alcalde ha dudado públicamente de que los colectivos vecinales tengan la representatividad real, llegando a asegurar que están dirigidas por el PSOE.

Pero los socialistas y, sobre todo, el alcalde, José María Román, sí consideran representantes legítimos de los ciudadanos a estos cinco colectivos. De hecho, él se ha amparado en el apoyo dado por las federaciones para impulsar algunas de las últimas actuaciones que antes llevó al Consejo Económico y Social, como por ejemplo el trazado urbano del tranvía o la aprobación de las propias Ordenanzas de Regularización de viviendas.

Sea como fuere, el movimiento vecinal de Chiclana no está unido del todo. En la ciudad existen más de un centenar de colectivos (entre comunidades de propietarios y asociaciones vecinales) fundadas formalmente. Como reconocen los propios interesados, en los últimos años muchas entidades se han creado para defender sus intereses de forma individual, llegando a darse el caso de que en un mismo carril del extrarradio existan hasta dos asociaciones y una federación de vecinos legalmente representadas y funcionando a la vez.

Ese carácter heterogéneo del tejido vecinal ha saltado definitivamente por los aires en las últimas semanas. La discusión sobre si el proceso de urbanización y legalización de las 15.000 viviendas ilegales es el idóneo ha hecho que salgan a la luz las discrepancias entre los colectivos. Sin ir más lejos, la Federación Rana Verde se desmarcó sorprendentemente de sus cuatro entidades homólogas hace una semana, pidiendo más debate sobre el proceso y la aprobación de las ordenanzas. Apenas unos días antes, otros colectivos minoritarios (algunos de ellos de reciente creación fruto de la escisión con sus juntas directivas anteriores), habían levantado la voz contra el equipo de Gobierno e incluso se movilizaron en varias ocasiones.

Indudablemente, la utilización política de los intereses vecinales tiene mucho que ver en esta dispersión de ideas y posicionamientos que evidencia a día de hoy el movimiento vecinal en Chiclana. De hecho, a la mayoría de colectivos se les vincula de forma sucinta a uno u otro partido, en función de la ideología de su presidente, por ejemplo. Esa circunstancia hace que muchos consideren que la participación vecinal en estos momentos es sesgada e interesada. Al final, cada uno defiende sus intereses.