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Sin foto en la verja ni fragatas

Un viaje plagado de símbolos pero con escasa repercusión en la calle

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Puntualidad británica. La comitiva de Miguel Ángel Moratinos llega a Gibraltar a las dos de la tarde, la hora anunciada. El resto del programa, sin embargo, acumularía más de una hora de retraso. Los Audi blindados se detienen en el aeropuerto. El ministro español de Asuntos Exteriores evita la fotografía en la verja y cambia de vehículo -Lexus con placas gibraltareñas- en una zona reservada, sin cámaras ni fotógrafos.

La avenida Winston Churchill es la primera calle gibraltareña que alberga a un ministro español en más de 300 años. No hay ningún edificio de la época en esta calle. Los edificios son modernos. En muchos balcones ondean la bandera del Reino Unido y la de Gibraltar. Ni rastro de la española. Los sentimientos no parecen haber cambiado desde 2001, cuando el 99% de los casi 30.000 habitantes del Peñón rechazaron en referendum la posibilidad de iniciar conversaciones para negociar una posible soberanía conjunta española-gibraltareña. Peter Caruana y David Milinbrad, sus anfitriones, esperan a Moratinos para comer en el hotel The Rock. Acumulan cierto apetito, porque en Gibraltar, al igual que en Londres, se come a la una de la tarde.

El Peñón es un hervidero de actividad. Dos cruceros han arrivado al puerto y eso supone miles de turistas por las angostas calles. Salvo las banderas, pocas referencias al histórico viaje. Suena un móvil. La taxista responde con un perfecto acento inglés: «Hello», para añadir al segundo en un deje muy andaluz: «¡Te he dicho que el bañador tuyo y el de tu hermana están en la bolsa 'red'!». La conductora comenta en relación con la visita de Moratinos: «Que venga todas las veces que quiera, pero que sepa que esta tierra es de los gibraltareños».

El viaje ha despertado muchas sensibilidades, sobre todo porque en los días previos se han producido sendos conflictos sobre aguas jurisdiccionales. El Gobierno del Reino Unido, sin embargo, ha evitado que el ministro español observe la habitual panorámica del puerto gibraltareño, donde suelen estar atracados varios navios de guerra.

El equipo de Moratinos también intenta amarrar todos los cabos. El avión del Reino de España no usa el aeropuerto, de utilización conjunta, sino que aterriza en Jerez, suelo patrio.

«Valentía»

Otras voces gibralterañas valoran de manera especial el viaje de Moratinos. Salomon Seruya fue ministro del Gobierno de Gibraltar durante trece años, además de ostentar la presidencia de la Cámara de Comercio de Gibraltar.

Ya en 1965 escribió un artículo de opinión en el rotatito 'The Times' donde expresaba su convicción de que el único camino que le quedaba a España y el Reino Unido era la cooperación y la colaboración en Gibraltar. «Moratinos ha sido muy valiente, ha demostrado una gran visión al viajar a Gibraltar, porque este es el camino del entendimiento», explica Seruya.