La solución, mañana
Actualizado: GuardarLa cosa se pone interesante. Interesante para los observadores, paseantes y curiosos, porque para los que viven de ello el asunto es dramático. La búsqueda de un candidato o candidata socialista a la alcaldía de Cádiz es más que nunca imperativa y categórica. Aunque el «aparato» se desdijera después de que el secretario general del PSOE andaluz pusiera plazo, y muy cercano, a la designación del elegido (o elegida) a nadie se le oculta que esta vez va en serio. No toca resignarse a perder, ni se puede ceder a la tentación de «abandonar» Cádiz, como querría más de uno, sino que habrá que pelear con todas las fuerzas por la alcaldía en las municipales de 2011, que tendrán, a buen seguro, frenético carácter de primarias de las generales y autonómicas siguientes, si, como se prevé por ahora, se mantienen en sus fechas. Después de perder las europeas, doloridos ya por la derrota en Galicia, y con el incierto resultado de las catalanas que vendrán, en el PSOE han tocado a rebato para dar la vuelta a la huida del voto urbano. A eso se une que Cádiz sigue siendo como una espina clavada en el corazón de los del puño y la rosa. Con estos factores, hay quien piensa que a Bibiana le resultará muy difícil seguir negándose, por mucho que Zapatero le haya prometido que no le obligará. El presidente no tiene más remedio que jugar fuerte, hasta el punto de lanzar a primera línea a uno de sus más cercanos colaboradores, Bernardino León, que sería el elegido para intentar reconquistar Málaga.
Así que anda el patio alterado. Porque a las razones estratégicas y de alta política se une en este caso un componente humano que roza el cotilleo más morboso. Se lanzan nombres para quemarlos y otros para ver si cuelan. Algún «outsider» , que queda mejor que «freakie», se postula sin rubor, pero los que tienen posibilidades se arriman a la pared. «Todo dependerá de las encuestas», dice una fuente bien informada. «Si son favorables ya verás cómo salen candidatos». Nadie quiere perder, está claro. Sólo lo aceptó Román, y por dos veces, y así se ganó su escaño. A esta no irá. Lo suyo es ahora labrarse un aura de parlamentario señero, que le ha elogiado hasta Pradera, Javier. El conato de hacerle abandonar la portavocía municipal ha sido abortado. No se considera útil abrir ese frente ahora. Seguirá la «convivencia tensa».
Habrá que ver, en especial, cómo cuaja la nueva estrategia de «buerrollismo» impulsada por Luis Pizarro, que ya se vio en el reciente debate sobre el estado de la ciudad, donde pudo apreciarse una cierta «descolocación» de los discursos populares ante las posturas de la oposición.
De este modo, al parecer Pizarro aún «ni se ha puesto» a decidir el candidato. Eso sí, está volcado en acaparar plano en los preparativos del Bicentenario y me pregunto si esa masiva presencia pública en Cádiz no tendrá «efectos secundarios» o «contraindicaciones», como los medicamentos, en su decisión de no figurar en absoluto en ninguna quiniela para la alternativa al sillón de San Juan de Dios.
El buenrrollismo, con todo, es recibido con escepticismo entre militantes avezados y analistas críticos. Aunque confían en que sea del gusto de los ciudadanos, hartos de bronca, también temen que suponga dejar ventaja al estilo del PP, que juega muy bien en el territorio de la aspereza y la acritud.
A finales de año volveremos a las quinielas. Pero el tiempo vuela y la solución probablemente tampoco estará cantada para entonces.
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