san fernando

Recuerdos de la Armada

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Una calle Real llena de militares de la Armada con su uniforme blanco impoluto. Familiares que llenan hoteles, hostales y restaurantes en su intención de ver la jura de bandera de sus hijos, hermanos, primos, sobrinos o nietos. Empresas de suministros subcontratadas para solventar las necesidades de los cuarteles. No hace mucho eso era San Fernando, una serie de estampas que descansan ahora en las retinas de los ya jubilados y que vivieron una época de esplendor que se ha ido perdiendo con el paso de los años, como consecuencia del traslado de fuerzas y unidades a otras ciudades.

En la sede de la asociación de vecinos El Ancla se reúnen cada tarde varias personas que conocen bien esta etapa y la reviven. En sus relatos se recuerda una actividad hoy en día desparecida, una actividad que ha ido perdiendo importancia pero que entonces eran oportunidades que los jóvenes no podían desaprovechar.

José Alonso, que se retiró siendo suboficial mayor en 1998, conoce bien esta etapa y asegura que «antes las tiendas de ultramarinos como La Maestranza se llenaban de soldados locos por comprarse un bocadillo; el día de las Fuerzas Armadas era una fiesta inusual por el colorido de las calles; muchos comercios subsistían gracias a las familias que venían para pasar unos días junto a sus hijos y estaban los que volvían de vacaciones tras pasar un tiempo para recordar. En mi opinión que la formación militar obligatoria se perdiera fue un duro golpe para San Fernando, que no ha hecho más que recibir varapalos». El último, la salida de la Unidad de Operaciones Especiales, pero también la Escuela de Tiro Janer o la escuela de Infantería de Marina. «El cerrar cuarteles lo peor que le puede pasar a la ciudad», añadeAlonso.

Estrecha relación

Y es que La Isla guarda una estrecha relación con la Armada pues su fundación estuvo muy vinculada tanto a los comerciantes que invirtieron en el siglo XVIII en ella sus ganancias de los negocios con Indias como a la centralización en su término de las modernas instalaciones de la Armada, por su situación geográfica y por sus tradicionales actividades de reparación y aprovisionamiento de navíos.

El marido de María Muñoz era brigada y ella recuerda «la cantidad de soldados que había en la ciudad; era algo increíble, aunque las relaciones no siempre fueron cordiales pues había muchas protestas para que se liberaran terrenos militares», apunta. «No quiero entrar en polémicas, pero considero un error querer quitar todo aquello que esté relacionado con la Armada pues ha dado de comer a muchas familias», insiste.

No en vano, muchos recuerdan el ejército como una gran familia. Es el caso de Pedro Calcio, sargento primero en la reserva, que apunta que «venían muchas personas de fuera que se veían sin amigos, ni familiares, pero el ambiente que se encontraban era muy acogedor porque se creaba una piña al convivir tanto tiempo con diferentes personas. Yo estuve en el Juan Sebastián Elcano durante seis meses conviviendo durante 24 horas al día con las mismas personas y eso marca mucho».

Prosperidad económica

Luis Jiménez fue artificiero y aparece en algunos libros como el mejor en el manejo de explosivos de carga. Guarda muchos recuerdos, «hasta de las cucarachas que pasaban a tu lado en la cama», y añora «una ciudad más viva, con personas que iban y venían: era fantástico».

El presidente de la entidad, Manuel Lozano, era subteniente de Infantería, y enumera todo lo que se ha ido perdiendo, «desde los polvorines de Fadricas a la Escuela de Artillería». Él considera que la ciudad está dejando pasar una oportunidad de desarrollo «importante porque no hay duda de que los comercios se han resentido y de que actualmente no hay una actividad que resalte y se convierta en seña de la ciudad». Asu juicio, «la Armada hizo que San Fernando fuera un lugar próspero».