
El PSOE resta importancia a la derrota y echa la culpa a la crisis
Pajín señala que «augurios de una derrota contundente» han sido desmentidos El partido se aferra a su posición preeminente entre los socialistas europeos
| COLPISA. MADRID Actualizado: GuardarNo era lo que esperaban en la sede del PSOE en la madrileña calle Ferraz, pero se acercó lo suficiente como para que la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, se atreviera a calificar el resultado de «razonablemente positivo». Los dos escaños de diferencia que finalmente sacó el PP marcan justo el umbral psicológico que la propia dirección socialista se había fijado como asumible. Porque, en realidad, hacía tiempo que habían empezado a ponerse la venda.
En los últimos días, los dirigentes del partido habían dedicado todos sus esfuerzos a preparar a los suyos para un resultado ajustado y habían difundido a diestro y siniestro el mensaje de que, siempre que la situación se asemejara al empate, habría razones para estar satisfechos. Su argumento: en tiempos de crisis, el castigo al Gobierno se da casi por descontado y, al fin y al cabo, quien necesitaba hacer una auténtica demostración de fuerza para afianzar su liderazgo era Mariano Rajoy.
Pajín tuvo que echar mano de la primera parte de la premisa, pero obvió la segunda. Nada más conocer el escrutinio final, compareció ante los medios para felicitar al ganador pero también para minimizar el impacto de su derrota y achacar a la coyuntura económica la desafección ciudadana.
Recordó así que estas han sido las primeras elecciones de ámbito nacional a las que el PSOE de Zapatero ha tenido que hacer frente en un contexto de crisis y aseguró que «prácticamente todos» los Gobiernos europeos han recibido un castigo idéntico al sufrido por el español. No es el caso de Nicolas Sarkozy, en Francia, ni de Merkel en Alemania.
Lo cierto es que, al cierre de los colegios electorales, a las ocho de la tarde, los datos de participación no auguraban ya nada bueno para los socialistas. En Cataluña, su gran caladero de votos, responsable en buena medida de la victoria en las generales, cayó en dos puntos y medio. En Madrid y Valencia, los dos bastiones del PP salpicados por el 'caso Gürtel', subió en cambio cerca de dos puntos.
Lo único que acertó a decir entonces la número tres del partido fue que confiaba en que el PSOE fuera el primer partido socialista de Europa; un objetivo nada ambicioso habida cuenta de la debacle sufrida por los socialdemócratas en casi toda la UE y, especialmente, en el Reino Unido, Francia, Alemania o Austria. Confirmados los primeros pronósticos volvió a aferrarse a esta idea. «Haber recibido el apoyo de millones de personas nos llena de ánimo y ahora el PSOE tendrá un peso determinante en el grupo socialista para responder a esa confianza», arguyó.
Tropiezo inocuo
Al margen de la buena cara, el resultado de estas elecciones tiene un valor simbólico para el PSOE. Se trata de los segundos comicios que pierde Zapatero en lo que va de año. En la dirección del partido aseguran, aun así, que este tropiezo será inocuo y que nadie lo vivirá con la angustia con la que se vivió la pérdida del Gobierno de la Xunta en Galicia por varios motivos: porque en esta ocasión nadie tendrá interés en exagerar el batacazo y hacer rodar cabezas -la derrota gallega se saldó con la dimisión incitada de Emilio Pérez Touriño, cuya relación con el vicesecretario general, José Blanco, nunca fue buena- y porque las expectativas originales eran aún peores.
La gran mayoría de las encuestas apuntaban a una victoria del PP por entre tres y cuatro puntos (finalmente fueron 3,5). Las del PSOE eran mucho más optimistas, pero aún así, hace sólo un mes había quien en el entorno más próximo del presidente del Gobierno temía una brecha de seis.