«Envejeces 20 años de golpe»
Actualizado: GuardarSufrir menopausia precoz tiene consecuencias físicas y psicológicas. Estas últimas se agudizan si la mujer quiere tener hijos pero queda infértil antes de conseguirlo, una situación cada vez más frecuente a causa del retraso de la maternidad hasta los treintaytantos. Cinco mujeres ocultas bajo nombres ficticios nos cuentan su caso.
Nerea, vasca de 33 años, descubrió hace tres, cuando intentaba quedarse embarazada, que ya no tenía óvulos en sus ovarios.
Esta joven lamenta el abandono que, a su juicio, sufren estas mujeres por parte de la sanidad pública. «No me han explicado por qué ha ocurrido. Dudo que los ginecólogos lo sepan. Al no considerarlo enfermedad, apenas hay recursos para realizarse un tratamiento de fertilidad y, por supuesto, nada de ovodonaciones. Si quieres tener un hijo, debes costeártelo en una clínica privada, donde cuesta unos 9.000 euros», lamenta.
Nerea ya sufre desgaste en los huesos, pero sobre todo anímicamente la noticia fue un palo terrible. «He tenido problemas de ansiedad -asegura-. Es duro afrontar que no puedes ser madre cuando todavía te consideras joven. Y también es muy duro someterte a tratamientos que en muchos casos fracasan: la ovodonación tiene un porcentaje de éxito del 60%».
A la andaluza Teresa, de 30 años, le extirparon hace tres los dos ovarios al descubrir que los tenía «casi destruidos» por dos grandes quistes y un tumor benigno. «Según me dijeron después, tuve suerte de que no fuera maligno. Así que supongo que después de todo tengo que estar agradecida...», señala esta maestra, que está separada y trabaja en una guardería infantil en una capital europea.
Al igual que Nerea, Teresa recibe tratamiento hormonal sustitutivo (THS). «Aunque el riesgo de que se produzcan otras enfermedades es mayor cuanto más tiempo se use este tratamiento, las ventajas superan a los inconvenientes de no tomarlas», explica.
Teresa está deprimida «bastante a menudo», llora con frecuencia y muchas veces se siente incapaz de hacer nada o de pensar claramente. Al principio tuvo sofocos, dolores de cabeza y fatiga a causa de la medicación. «También hay disminución de la libido, por no decir ausencia casi total, unida a dolor en las relaciones sexuales, ya que la vagina tiende a secarse con la menopausia por la falta de hormonas», explica.
La joven tiene de momento 'aparcado' el tema de los hijos. «Tal vez algún día, aunque ya no lo tengo muy claro», reconoce.
«Igual que mi madre»
Gloria, madrileña de 45 años, empezó a sufrir trastornos a los 38 y un año después se le retiró definitivamente la menstruación. «Exactamente igual que mi madre», recuerda esta enfermera. La menopausia le llegó siendo madre -tuvo a sus hijos a los 25 y a los 29 años-, pero tuvo una repercusión «muy negativa» en sus huesos y articulaciones: sufre artritis y pérdida de masa ósea del 30% en una vértebra.
Ahora tiene dudas sobre su decisión, pero en su momento prefirió rechazar el THS que le propuso el ginecólogo, por miedo a los efectos secundarios. Desde el punto de vista emocional, ha sufrido «altibajos», y admite que tardó unos años en adaptarse a su nueva situación. «Soy una persona muy activa, trabajadora y racional, y me he bandeado -explica-. Mi cuerpo se está deteriorando, pero eso no es síntoma de vejez. Tengo mucha caña que dar todavía. Me tengo que cuidar, pero nada más». Gloria, amiga de lo verde, toma onagra, calcio e isoflavonas: «Hago soja hasta en guiso».
El caso de Carmen, granadina de 55 años, es similar -tiene dos hijos de 27 y 23-, pero ella tiene claro qué fue lo que causó su menopausia a los 37 años. No fue la herencia: «Mi madre parió a mi hermano con 44 años y se le retiró la regla con casi 60». Cree que el origen fue un tratamiento «experimental» contra su hepatitis C. Su hígado se curó, pero sufrió hipertiroidismo y le extirparon esa glándula relacionada con el funcionamiento hormonal, y meses después, su regla desapareció.
Tomó hormonas durante ocho años, pero la «leyenda negra» le llevó a abandonarlas. Eso hizo que volvieran síntomas desagradables que aún no han desaparecido: sofocos «como volcanes», la piel seca, las uñas quebradizas... Hace unos días le hicieron una densitometría y le diagnosticaron osteopenia, «un estadío anterior a la osteoporosis». Se cuida yendo a la piscina y toma mucho calcio a través de la dieta y de un complemento semanal.
El malestar y los calores, dice, le han cambiado el carácter. Pero la parálisis cerebral del menor de sus hijos ha hecho que, durante todos estos años, se haya olvidado de sí misma para volcarse en el chaval.
Luisa, vasca de 36 años, sufrió menopausia precoz... durante dos años. Tras destetar a su primera hija ya no volvió a tener el periodo. «Psicológicamente es un golpe -explica Luisa-. Es verdad que la regla es un marrón, pero al perderla tan joven envejeces 20 años de golpe. Me deprimí. Entré en foros de Internet y fue aún peor: había chicas de 20 años... Me daba como vergüenza: es injusto, pero menopausia es una palabra maldita. No quería decírselo a nadie, ni a mis amigas ni a mi familia...».
Como Luisa y su marido querían tener más hijos, el ginecólogo planteó la posibilidad de extraer óvulos rápidamente para congelarlos. Pero los análisis confirmaban que no había nada que congelar. Llevaba dos años 'menopáusica' y ya pensaba en la ovodonación cuando le bajó la regla durante una escapada romántica a París. Cuatro meses después se quedó embarazada de su segundo hijo. El ginecólogo le dijo que la pérdida de la regla pudo ser por estrés o por su brusca pérdida de peso después del embarazo. Fue un diagnóstico equivocado del que se alegraron la paciente y su médico.