Usuarios de la unidad diurna de Cádiz durante un ejercicio./ ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

El Centro de Alzheimer se replantea su futuro por la falta de demanda

Las prestaciones que reconoce la Ley de Dependencia y la crisis han hecho que muchos familiares prefieran quedarse con el enfermo en sus domicilios

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No se han cumplido las expectativas. La Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer se mudó del local ruinoso que tenían en la plaza de España esquina la calle Costa Rica a un espacio cedido por el Ayuntamiento y que triplicaba su capacidad. Y lo hicieron pensando en los enfermos y en que éstos aumentarían, pero dos factores se han conjugado para que el número de personas atendidas se haya estancado: la crisis y las prestaciones que reconoce la Ley de Dependencia.

«La gente prefiere quedarse con el enfermo en su casa y ahorrarse el dinero del tratamiento o bien cobrar la ayuda», explica Maika Marín, de la junta directiva de la asociación. Y eso que los precios del centro de la asociación son de los más baratos: para las plazas privadas, 525 euros mensuales por estancia diurna (De 8.00 a 17 horas), que en el caso de ser concertada supone el 40% de la pensión del enfermo. Pero hay otras opciones, como los talleres, en los que los pacientes están de 8.00 a 13.00 horas y suponen 160 euros mensuales, además del programa Gradior, una aplicación informática diseñada especialmente para esta patología. Una hora, tres días a la semana son 60 euros.

Costes elevados

Mantener el centro, sin embargo, sale muy caro. Para empezar, por los trabajadores. En las instalaciones de Telegrafía sin Hilos hay una ratio mayor para el personal de la exigida: ocho personas para atención directa, además de una trabajadora social, un psicólogo, un DUE (antes denominado ATS), un fisioterapeuta, una persona para administración, otra para la limpieza y otra más como chófer. «Tenemos un equipo fantástico, muy implicado, a pesar de que saben que en otros sitios les pagarían más que aquí», explica Marín.

El problema añadido es que las obras de acondicionamiento de lo que ni siquiera era un local, sino un espacio bajo la plaza, supusieron un gran desembolso: 620.000 euros de construcción y otros 80.000 para el mobiliario. «Los muebles y equipos los tenemos pagados, pero aún le debemos a la empresa constructora, Novacon, que se ha portado estupendamente, porque hizo la obra sin que le hubiéramos pagado», comenta Maika Marín.

Las dificultades son tantas que la junta directiva se está planteando el futuro del centro. A la crisis se añade además que las subvenciones de las administraciones son mucho menores ahora y tardan más en llegar y además hay muchas más plazas de residencia para personas mayores, que son las que más padecen esta patología. Suelen ser ancianos, sí, pero también no es raro detectar casos a los 50 o incluso a los 45 años.

«En el caso del Alzheimer la detección precoz es muy importante; es ahí donde hay que trabajar», asegura Marín, que cree que esta es la bolsa de pacientes con la que tienen que trabajar este tipo de centros. «Cuando tú tienes una persona con la enfermedad muy avanzada, apenas puedes hacer terapia ni talleres ni estimulación con ella; pero cuando acaban de detectárselo sí se ven mucho los resultados». Es a estas personas a las que todavía no ha llegado la dependencia, porque no tienen un grado elevado, a las que irá dirigido el centro en el futuro. Pero de nuevo se apela a la conciencia de los familiares. «Se que es difícil, es comprensible que las familias quieran alejarse del enfermo un poco porque es durísimo, pero uno tiene que tratar de que su familiar tenga la mejor calidad de vida durante la mayor parte del tiempo», precisó.

La junta directiva apela al voluntariado como única forma de mantener el centro gaditano, uno de los pocos especializados que se encuentran en la provincia. En la capital hay ya más de 3.000 personas que reciben una prestación de la Ley de Dependencia, según avanzó recientemente la delegada provincial para la Igualdad y Bienestar Social, Manuela Guntiñas. Estas ayudas van desde la atención en domicilios, plazas residenciales y subvenciones a dependientes y cuidadores. Son estas últimas las más solicitadas con la crisis económica. La Junta ha reconocido que se dan casos de familiares que sacan a sus ancianos de los geriátricos para tenerlos en casa y contar con la pensión como salida a la mala situación de los ingresos.

Son 12 en la Junta Directiva, la mitad de ellos trabaja, y ya no pueden más. Algunos llevan desde que se fundó la asociación; otros incluso ya no tienen a sus familiares, pero siguen al frente porque nadie más quiere hacerlo. Las próximas elecciones a la Junta Directiva de la Asociación de Enfermos de Alzheimer son el 3 de junio. No hay más candidaturas. Maika Marín tomará el relevo de Teresa Álvarez como presidenta.

Están cansados pero piensan continuar, al menos, hasta que se paguen las obras del nuevo centro, que se encuentra en uno de los locales de Telegrafía sin Hilos. Pero piden ayuda a los familiares: «Tienen que implicarse más, porque ya no podemos más», sostiene Marín. A ella, como al resto, les desmoraliza ver que de 400 socios sólo tres acudieron a la última asamblea.