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Réquiem por jesús bernabé

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Jesús Bernabé murió esta semana, por causas naturales, en su propio domicilio cuando se preparaba para hacer el camino rumbo a la aldea del Rocío. Sindicalista avezado de Comisiones Obreras a caballo entre la clandestinidad y la primera transición democrática, su compromiso fue derivando luego hacia la socialdemocracia pero siempre mantuvo una formidable capacidad de empatía con quienes les rodeasen, desde su propia familia -su hijo Manuel Bernabé, más conocido como Lito, es un estupendo poeta-a personalidades de la historia reciente de este país, como Carmen Romero, con quien le unió una buena amistad. Claro que lo que muchos no le perdonaron, en aquellos apasionados días del último tercio del siglo pasado, fue sin duda alguna su principal valor: Jesús era capaz de congeniar el grito y la pancarta con el traje corto de lo caballistas. Una fotografía de tal guisa, en otra romería hacia el Rocío, le valió inexplicablemente una cierta caída en desgracia dentro del ámbito sindical. Ni que decir tiene que se recobró pronto, sin perder la sonrisa y sin despeinarse. Sin duda, estaba convencido de que tal vez de noche la Blanca Paloma, sin que nadie la viera, dejaba durmiendo al cordero de Dios y se ponía un mono de Astilleros para saltar la reja de la libertad.