ESPAÑA

Zapatero y Rajoy llenan el debate de reproches por la crisis

El presidente del Gobierno y el líder del PP chocan frontalmente en la búsqueda de acuerdos para afrontar el problema económico

| COLPISA. MADRID Actualizado: Guardar
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Si alguien confiaba en que fuera posible el entendimiento del Gobierno y la oposición para hacer frente a la crisis económica, se topó con la cruda realidad. José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy enterraron en la primera jornada del Debate sobre el estado de la Nación las posibilidades de un acuerdo. Fue, una vez más, un cruce de reproches, en absoluto un diálogo constructivo. El jefe del Ejecutivo buscó consuelo con CiU, a la que hizo reiterados guiños cómplices, pero tampoco encontró respuesta.

Ni las dimensiones del desaguisado económico fueron razón suficiente para que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición dejaran de lado sus diferencias, pese a que el pacto es un clamor ciudadano, como reconocieron uno y otro en sus intervenciones. En honor a la verdad, Rodríguez Zapatero fue el que presentó un plan sobre el que discutir y, en su caso, acordar, pero Rajoy no entró en esa dialéctica y despachó con desdén-«excusas de mal pagador», dijo- la batería de medidas planteadas por el presidente.

La respuesta no sorprendió al jefe del Ejecutivo. Sabía que la estrategia opositora del PP impedía a este partido mostrarse conciliador por más que alguna de las iniciativas fueran propias de su ideario. Es más, Rajoy tuvo que aceptar que podía «estar de acuerdo» con alguna de ellas, pero no fue más allá; se encastilló en los cuatro millones de parados y en el diagnóstico de que «el problema» para salir de la crisis no es ella en sí misma sino el presidente del Gobierno. Una forma tajante de decir que todo lo que provenga de él no sirve.

Actitud que permitió a Rodríguez Zapatero decir que el PP está encantado en medio de la recesión y «la jalea» porque «quiere servirse de la crisis para ganar posiciones políticas». El problema de esta estrategia, añadió, es que «se les nota mucho» y se relamen con la idea de llegar a los cinco millones de parados. El líder de la oposición, airado, replicó que era «impropio» hacer semejante imputación, sobre todo porque a quienes «no les importan nada» los cuatro millones de desempleados es a los socialistas.

Maestro

Rajoy no estaba cómodo y quedó de manifiesto cuando ante una reacción jocosa de la bancada gubernamental por un comentario suyo se dirigió a los diputados del PSOE: «Ustedes de esto no saben ni una palabra» y, además, «no saben leer». Rodríguez Zapatero terció para pedir respeto a los representantes de once millones de españoles y negó al líder de la oposición capacidad para dar lecciones, salvo para una cosa: «perder elecciones», ahí es «un maestro».

Fue uno de los escasos rifirrafes de un Debate bastante sosegado en el que ni asomó la trama de corrupción que afecta al PP por el Caso Gürtel, algo que podría haber calentado el ambiente. La temperatura, con todo, subió algunos grados con la reforma del mercado de trabajo. El presidente del Gobierno garantizó que no la va a acometer porque quienes la auspician, los populares y la patronal, sólo buscan el abaratamiento del despido. Ahí quiso tender una trampa a Rajoy, al que retó hasta tres veces a que lo dijera con todas las letras. El líder opositor, tras algunos circunloquios, negó que propugnase el despido libre y se aferró a que para ceses baratos los que facilita el Gobierno con los 7.000 parados diarios.

El jefe del Ejecutivo intentó a lo largo de todas sus intervenciones buscar alguna complicidad de Rajoy con su propuesta de buscar un nuevo modelo de crecimiento económico, pues el PP también comparte la necesidad de buscar un nuevo esquema productivo, pero no tuvo éxito. El líder de la oposición evitó comprometerse en nada y negó seriedad a los planteamientos de Rodríguez Zapatero. Son, dijo, manotazos de ahogado para sortear el Debate sobre el estado de la Nación en medio de un clima de hostilidad de la mayoría de los grupos parlamentarios.

Negro sobre blanco

El presidente del Gobierno cambió el registro en su duelo con el portavoz de CiU, Josep Antonio Duran i Lleida, aunque también fue un debate de seda con argumentos de hierro. El nacionalista desgranó la lista de los, a su juicio, incumplimientos con Cataluña, pero, como Rajoy, también sorteó la valoración de las propuestas colocadas sobre la mesa y dijo que lo hará cuando estén «en negro sobre blanco». El jefe del Ejecutivo le negó legitimidad para hablar en nombre de «toda» Cataluña, pero al mismo tiempo prometió que el Ejecutivo colmará «todas las asignaturas pendientes» en el autogobierno catalán. Fue un intercambio de una de cal por muchas de arena; no rompieron puentes, pero tampoco los reconstruyeron.

La tensión invadió el hemiciclo en el duelo con el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, quien intentó asimilar a Rodríguez Zapatero y al lehendakari Patxi López con José María Aznar y Jaime Mayor Oreja. «No tengo nada que ver», respondió enfadado el presidente del Gobierno. Erkoreka acusó a Rodríguez Zapatero de no buscar aliados políticos sino «samaritanos y palanganeros» que les saquen la castañas del fuego en el Parlamento. El jefe del Ejecutivo se negó a discutir a ese nivel y confió en que el PNV vuelva a la senda anterior a su pérdida del Gobierno de Vitoria.

El Gobierno tampoco encontró consuelo con los portavoces de Esquerra Republicana, Joan Ridao; IU, Gaspar Llamazares, e Iniciativa per Catalunya, Joan Herrera. Los catalanes se quejaron por los incumplimientos de «la carpeta catalana», sobre todo en el capítulo de financiación, mientras que Llamazares echó de menos más medidas de protección para los parados.