editorial

Un lehendakari moderado

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Patxi López fue designado ayer lehendakari gracias a los votos de los parlamentarios socialistas, los del PP vasco y el único de UPyD. Los 39 escaños que secundaron su elección representan un respaldo más que sólido a la hora de iniciar la legislatura recién estrenada, con la garantía dada por el líder de los populares, Antonio Basagoiti, de que su formación asegurará la estabilidad. Pero el desafío al que se enfrentan el nuevo Gobierno y la mayoría que le dio ayer su apoyo es el de inaugurar «un nuevo tiempo». Un desafío que los socialistas no podrán afrontar sin el concurso de los populares, en un empeño al que el Ejecutivo de López deberá sumar cuantas voluntades políticas y sociales coincidan en todo o en parte con sus intenciones.

El lehendakari López presentó ayer ante la Cámara vasca las credenciales de un dirigente político dispuesto a conducir a Euskadi por la senda de la libertad y la concordia. Nadie más autorizado que él y que quienes le votaron para liderar la lucha unitaria contra ETA y acortar al máximo la vida que le quede a la trama terrorista. Es preciso remarcar que, como ayer señaló el propio López, el Gobierno ha sido «expresamente amenazado antes de empezar su andadura». Por lo que todas las fuerzas democráticas de Euskadi han de defender a ultranza la legitimidad de las instituciones representativas, incluido por supuesto el Ejecutivo cuyo presidente fue elegido ayer. Si hay una línea que ninguna formación democrática debería traspasar es la de la deslegitimación expresa o encubierta de un Gobierno que emana del marco legal en el que se incardinan las instituciones de la democracia.

La intervención de Patxi López destacó ayer por la moderación con la que se refirió a los problemas que aquejan al país, a las diferencias que persisten en la política vasca y a sus propios planes de cambio. Sus palabras en absoluto justifican las acusaciones de «frentismo» vertidas por Ibarretxe, en una actuación propia de mal perdedor que culminó con una despedida que podía haberse ahorrado para otro momento. Frente al parecer del lehendakari saliente, las relaciones políticas en Euskadi no precisan de modales exquisitos que edulcoren el enfrentamiento más despiadado. Las relaciones políticas en Euskadi requieren de actitudes de fondo proclives al entendimiento y a la moderación.