vuelta de hoja

Primer aviso

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Lo peor que nos puede pasar a los que siempre nos hemos ganado la vida trabajando es que nos digan que llegará un día, mañana o pasado mañana, en el que no tendremos trabajo. Por eso los sindicatos, aprovechando el 1 de Mayo, antes de que esa fecha pase a llamarse, en vez de Día del Trabajo, Día del Paro, han lanzado su advertencia.Ya sabemos que la huelga es un arma eficacísima, pero tiene un sólo defecto: sus tiros también salen por la culata. Tanto Ignacio Fernández Toxo, desde Comisiones, como Cándido Méndez, desde UGT, han amenazado con la huelga en el caso de que el Parlamento abarate el despido. Su actitud ha pasado de la domesticación a la prudencia. Tampoco ignoramos que el tacto de la audacia exige saber «hasta dónde se puede llegar demasiado lejos».

Curiosamente, los sindicatos no hacen el menor reproche al presidente Zapatero y achacan todos nuestros males a la oposición, a la CEOE y al Banco de España. La vida española siempre ha sido emocionante y aquí van a pasar cosas. Las mejores amenazas son las que se cumplen sin necesidad de haberlas anunciado, pero nuestros líderes sindicalistas parece que han conseguido profundizar en la sublime virtud de la prudencia, que por otra parte nunca venía siendo a lo largo de su historia universal, una de sus especialidades. ¿Cuántos muertos costó conseguir la jornada de ocho horas? ¿y la redención del trabajo infantil o la vacación anual? Todas las mejoras para los trabajadores han sido arrancadas. No hay una sola que haya sido concedida sin lucha. Lo malo es que si se acaba el trabajo nadie podrá combatir por hacerlo más llevadero. Amagar, pero no dar, puede ser una táctica inteligente, pero exige un gran número de tontos que crean en ella.