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Historias interminables
Un grupo de escritores imaginan 'otro final' de algunas de las películas más importantes de la cinematografía internacional
Actualizado: GuardarEl cine está más que acostumbrado a tomar prestados de la literatura sus argumentos. Por eso existen, en los premios, las categorías de Mejor Guión Original, es decir, el reconocimiento a la historia surgida por y para el cine, escrita para él; y la otra, la del Mejor Guión Adaptado, ese que coge una novela y la pasa normalmente por otras manos distintas a las de su autor para ponerla en imágenes. Y aquí suele haber polémica: ¿se han respetado las ideas del escritor del libro? ¿Ha metido la productora demasiado la mano y el resultado final no es, ni de lejos, parecido al primigenio? ¿Hay o no que contratar al autor de la novela para reformarla y convertirla en guión? ¿Hasta qué punto el padre o la madre del argumento literario pueden desentenderse de la adaptación cinematográfica?
Buenas preguntas, desde luego. Dan para más de un reportaje. El caso es que éste en concreto no va a responderlas, porque aquí de lo que se trata es de hablar del trayecto a contracorriente que puede hacer la historia protagonista. Vamos, del cine al libro (del que algunas, alguna vez, ya salieron). Pasando, eso sí, por la mente de 15 escritores españoles tentados por una editorial que cumple ahora dos años y que apuesta por renovar los fondos y las formas con colecciones que revisitan las grandes obras literarias, que las ponen en dibujos, que presentan antologías ilustradas.
451 Editores, que lleva el nombre de la novela de Bradbury que cuenta a qué temperatura arde el papel, echa esta vez a la hoguera grandes clásicos del cine para que salgan convertidos no en cenizas, sino en relatos. Lo que propusieron a escritores aficionados al cine y curtidos en la narración breve fue que eligieran una película y contaran el final de la historia. El que a ellos les sugería el original.
Porque es bien sabido que cuando el largometraje se acaba, se queda en el aire todo lo demás, como qué pasó con los personajes, qué hicieron después y cuánto se arrepintieron, si lo hicieron, de las decisiones que tomaron en la gran pantalla. Lo mismo que ocurre con los libros, a no ser, claro, que sólo haya un protagonista y la palme en la última página. Cada historia es en realidad una historia interminable que el lector y el espectador pueden seguir contándose si tienen imaginación.
Manuel Hidalgo y Amparo Serrano de Haro, los editores encargados de Otro final (451 Re:make), la tuvieron y aceptaron el reto de la editorial. Pusieron manos a la obra con escritores como Andrés Trapiello, Pedro Zarraluki, Lourdes Ventura, Luis Antonio de Villena y Eduardo Mendicutti. Cada uno de ellos ha optado por darle un aire muy distinto a su final personal de clásicos como Casablanca, Bienvenido, Mr. Marshall, El tercer hombre, Peter Pan. La única condición era que la película formara parte de la memoria colectiva, de manera que el lector supiera muy bien en qué punto se había quedado el argumento cuando estos escritores decidieron retomarlo. Por si acaso, cada relato está precedido, además de por una imagen de la obra, de un resumen del argumento original.
Algunos de los autores se han ceñido a la estructura del guión, otros han optado por acercarse a la historia desde la memoria o la fabulación de investigaciones sobre personajes que podrían haber sido de carne y hueso. Y así, en Otro final, a Eduardo Mendicutti le ha dado por buscar al travestido Jack Lemmon años después de que desapareciera en alta mar con un señor empeñado en convertirlo (¿o convertirla?) en su amante. Con faldas y a lo loco deriva en Camino de perfección, un relato que muestra a la pareja ya consolidada e instalada en una rutina poco favorecedora. A la que le va mejor, por fin al cabo de más de medio siglo, es a la que forman Bogart y Bergman en Casablanca. Serrano de Haro los pone frente a frente en París, Casablanca, Nueva York para que se digan las cosas claras.
Peter Pan es un sátiro acosado por la lujuriosa Campanilla y todos los personajes están de porros hasta las cejas en la contribución que hace Eduardo Chamorro, titulada Todos los días después. En fin, que no todo era tan maravilloso (o auténtico) en el País de Nunca Jamás. ¿Y qué había detrás de los triángulos amorosos de Mogambo? ¿Sabían que a Grace Kelly y Donald Sinden en España la censura los presentó como hermanos para no tocar el tema del adulterio (y así acabaron insinuando que cometían incesto)? Lo cuenta Augusto M. Torres en Mogambo, Mogambo.
¿Qué fue de Norman Bates tras salir de la cárcel? ¿Siguió acaso vistiéndose de mujer, aunque no ya de madre ni precisamente para cargarse a nadie? ¿Quedaron satisfechos los habitantes de Villar del Campo, o del Río, con los regalos que les trajeron los yanquis? ¿Y si Cathy no hubiera muerto, con tanto penar de amor, al final de Cumbres Borrascosas y viviera con su adorado y maltratado Heathcliff en armonía? El joven Tadzio de Muerte en Venecia, ¿guiñaría o no un ojo al compositor enamorado, que estuvo enfermo, sí, pero no fue para tanto?
Hay finales para todos los gustos. Está la catarsis de la tragedia, y si no lean la cara B que escribe Zarraluki de Blade Runner. La otra opción es la supervivencia, la alegría de salir del bache (doloroso y vergonzoso) como en la aportación de Álvaro del Amo a 'Calle Mayor'. «Ni nada es intocable ni las grandes películas requieren defensa», explican los editores en el prólogo de este volumen, que se suma a la larga lista de remakes de 451 (las tragedias y las comedias y Shakespeare, las leyendas de Bécquer, los artículos de Larra, por citar algunos). Y menos cuando se trata de imaginación. ¿Quién no se atreve a imaginar otro final para lo que ve o lee?