Una foto de la joven desaparecida, pegada en el portal de su casa. / REUTERS
ANDALUCÍA

¿Dónde está Marta?

La búsqueda en el vertedero de Sevilla del cadáver de la joven desaparecida, que se reanudó ayer, sigue sin arrojar ningún resultado después de tres semanas de trabajos

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Han pasado ya más de tres semanas desde que una brigada de operarios, dirigida por la Policía Judicial, comenzara a rebuscar entre las miles de toneladas de basura acumuladas en el vertedero de Alcalá de Guadaira y no hay rastro de Marta. Los investigadores, que auguraron que las labores se prolongarían durante unos pocos días, están desconcertados. ¿Dónde está el cadáver de la joven? ¿Ha vuelto a mentir Miguel, el principal sospechoso, como ya lo hiciera al confesar que él y sus cómplices arrojaron el cuerpo al río Guadalquivir? ¿Y si es cierta esta primera versión y tan sólo trataba de ganar tiempo?

En Semana Santa, las máquinas sólo han descansado el Viernes Santo y el domingo. Ayer, lunes, la actividad se reanudó con la misma minuciosa precisión y nulo resultado con que se inició el pasado 20 de marzo. La zona donde se hallaba la basura descargada por los contenedores el día de la desaparición de Marta, el 24 de enero, se encontraba sepultada bajo 45.000 toneladas de desechos, en un área similar a la mitad de un campo de fútbol.

Los operarios llegaron hace una semana a este punto. El registro se centra ahora en una montaña de basura de 20 metros de altura que, con una pala mécánica, se va depositando en calles limpias donde agentes de la Policía Científica la revisan de forma manual, bolsa por bolsa, ayudados por perros sabuesos. Por el momento se han rescatado ejemplares de periódicos y revistas que, por su fecha, prueban que se trata del sector del vertedero en el que habrían ido a parar los residuos recogidos en la calle León XIII.

Y poco más. Ni rastro de Marta, ni del arma homicida, ni de sus efectos personales. Nada. Fuentes de la investigación han anunciado que la búsqueda se prolongará durante varias semanas más, ya que las labores de rastreo están siendo «muy minuciosas». Si continúa sin aparecer ninguna pista, el juez encargado del caso podría volver a llamar para declarar a Miguel Carcaño, que se mantiene firme en su última versión de los hechos: que tanto él como su amigo 'el Cuco', de 15 años, violaron a Marta en su piso de la calle León XIII y luego el menor la estranguló con un cable. Después, ambos se deshicieron del cadáver arrojándolo a un contenedor situado junto a su casa. Pero hay extremos que no cuadran, como el hecho de que el empleado que volcó el depósito en el camión no advirtiese nada o que en las instalaciones pasase desapercibido un cadáver en las cintas transportadoras donde se hace un primer cribado de la basura.

A estas alturas surgen dudas razonables sobre la sinceridad de Miguel, que quedó más que en entredicho después de confesar que arrojó el cadáver al río Gualquivir tras golpearla con un cenicero. El sospechoso dejó que la búsqueda se prolongase en el cauce fluvial durante un mes y entonces decidió cambiar su versión. Si el cadáver no aparece en el basurero, es poco probable que el operativo de búsqueda regrese al cauce fluvial, capaz de arrastrar un cuerpo hasta el Atlántico en un par de días.

Un quinto implicado

Pero ¿qué hay detrás del cambio de versiones de Miguel, que ahora ha añadido la violación al delito de homicidio? Pese a tratarse de una versión inculpatoria que aumentaría sus años de condena, fuentes jurídicas aseguran que en cierto modo es beneficiosa para los imputados: al existir un segundo delito, el caso no sería juzgado por un jurado popular, sino por un tribunal profesional, mucho más técnico, lo que dejaría más resquicios para una sentencia menor en cuanto se plantearan dudas razonables durante la vista. Y, dado el tiempo transcurrido, una de las incógnitas sería, precisamente, si hubo o no violación. Sobre todo si se produjo -como sostiene Miguel- utilizando preservativos, lo que haría prácticamente imposible probar el delito.

La familia de Marta, que sólo espera a que aparezca el cuerpo para poder descansar «un poco», cree que Miguel «miente de nuevo». El padre de la adolescente, Antonio del Castillo, sostiene la hipótesis de que el ex novio de su hija encubre a alguien. Un quinto implicado que sería «el que se deshizo del cuerpo y el que verdaderamente sabe cuál es su paradero». Los investigadores no descartan que Miguel y sus cómplices aún den otra vuelta de tuerca al caso. Están sorprendidos por la dureza emocional de los sospechosos que, tras su apariencia de chicos de barrio, ocultan a unos encallecidos criminales capaces de urdir un crimen perfecto en el que no hay ni cadáver ni arma homicida.