ANÁLISIS

Evitar la militarización

No llegan a 5.000 los soldados británicos acantonados en diez bases en toda Irlanda del Norte, de los 30.000 registrados en pleno apogeo de la 'operación Banner', que concluyó, tras casi 40 años, en 2007. Son militares ajenos a las antiguas misiones de seguridad, limitados a entrenar para participar en conflictos como Afganistán. Esta normalidad había hecho olvidar, hasta ayer, al último soldado británico fallecido en suelo norirlandés hace una docena de años. El control de los católicos contrarios al proceso de paz -encuadrados en el IRA Auténtico, el IRA Continuidad y el todavía más radical Oglaigh na hEireann- es llevada a cabo por la Policía, junto con el Servicio de Seguridad, MI5, que destina el 15% de su presupuesto y el 60% de sus actividades de vigilancia electrónica a estos fines. Pero se decidió que el Regimiento de Reconocimiento Especial también se involucrara en estos cometidos de obtención de información. Esta unidad, altamente especializada y dotada de medios técnicos muy sofisticados, nació a principios de 2005 de la fusión de otras centradas en cometidos de observación y contrainteligencia en Irlanda del Norte, como la 14 Compañía de Inteligencia, llamada 'el Destacamento'. Unas unidades militares cuyos éxitos fueron decisivos para forzar al IRA Provisional a la negociación política, granjeándose el odio eterno de los más viscerales republicanos.

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Así, la unidad que se suponía serviría para poner coto al incremento de las actividades violentas de los últimos meses tan sólo ha servido para acelerar unos acontecimientos preocupantes. Para no pocos católicos, convencidos de que tras casi 40 años de lucha no consiguieron ninguna de sus reivindicaciones, la acción violenta parece ser de nuevo la única alternativa de acción viable. Y no sólo para formar parte de una 'Gran Irlanda' -opción muy remota-, sino para exigir una mejora real en su calidad de vida, no olvidando que los negocios y la industria siguen dominados por los protestantes.

No por casualidad las actuaciones violentas se dispararon en 2008. En este año, el desempleo alcanzó niveles desconocidos desde 1971, siendo la más perjudicada, con diferencia, la población católica. Ahora sólo caben soluciones imaginativas creíbles, que no deberían pasar por la tentación de volver a emplear unidades militares.