Andalucía: buena tierra, buenas gentes
Hace muchos años un marroquí, con gran sentimiento, me describía a su país con esta frase: «Marruecos: buena tierra, malas gentes». Lo decía con dolor y pesadumbre al reconocer la incapacidad de sus gobernantes para tomar medidas que dinamizaran su economía y beneficiaran al pueblo y la de sus propios paisanos como emprendedores. Por el contrario siempre he mantenido el lema Andalucía: buena tierra, buenas gentes porque los andaluces tenemos el color y el calor humano que nos caracteriza. Somos trabajadores como lo hemos demostrado aquí y en cuantos lugares de España y del mundo a donde hemos ido a buscar el trabajo que no había en nuestra tierra. Tenemos una fértil tierra con producciones agrarias de calidad, nos bañan dos mares con caladeros que fueron ricos y variados. Somos herederos de tradiciones acrisoladas de las distintas culturas que se asentaron o pasaron por nuestras tierras. Y así podíamos seguir describiendo potencialidades positivas que no justifican la situación real de hoy donde el paro, la economía, el índice de pobreza y los parámetros negativos nos llevan a ser unas de las regiones más distanciadas de las medias españolas y europeas con una tasa de paro que supera el 22%, un paro juvenil que pasa del 30% y el femenino nada menos que del 50% y hay más de 280.000 familias que tienen a todos sus miembros en paro. Todo un drama que lejos de solucionarse tiende a seguir aumentando.
Actualizado: GuardarPara justificar esta mala situación hay excusas para todos los gustos. Los sindicatos, para no morder la mano del gobierno que les da de comer, culpan a los empresarios. Éstos, que también reciben lo suyo para formación, son rehenes de un acuerdo de concertación para el que la formación es un medio y no un fin para crear empleo. Los políticos de la oposición criticamos la incapacidad del gobierno socialista andaluz que lleva casi 30 años en el poder y no han sido capaces de resolver nuestros problemas ni aproximarnos a la media española. Parece que su objetivo es más mantenerse en el poder que sacar a los andaluces del pozo en que nos encontramos.
Es muy curioso oír a los socialistas, elección tras elección, postularse como los únicos capaces de solucionar los problemas de Andalucía, que son los mismos que ellos no han sabido atajar durante los 30 años de gobierno socialista en nuestra Comunidad. Este gobierno está instalado en la cultura del mucho prometer y poco cumplir; de aprobar unos Presupuestos Generales de la Comunidad con cantidades millonarias de inversión que luego son incapaces de ejecutar; de gastar más en publicidad que las grandes empresas comerciales; que no acomete las reformas urgentes que Andalucía necesita; que solo ha aprobado dos leyes de las cuarenta previstas en el Estatuto, que también se incumple en materia de financiación; que sigue sin resolver la deuda histórica anteponiendo los intereses partidistas a los de los andaluces como lo demuestra el hecho de dejar de pedir para Andalucía al gobierno amigo de Zapatero lo que le exigían al gobierno Aznar. Un gobierno que discrimina a poblaciones por el color político de sus alcaldes y a personas por su militancia política a la hora de acceder a un trabajo. Unos gobernantes que a estas alturas de siglo XXI siguen propiciando que haya miedo en algunos pueblos de señalarse como votantes de otros partidos porque nunca los contrataran o perderán sus trabajos si dependen del ayuntamiento.
No vemos reflejada en la realidad cotidiana la pretendida Andalucía de Primera, ni la Imparable, ni la de la Segunda Modernización que la publicidad oficial nos vende. No entendemos como el presidente Chaves recurre ahora, 18 años después, a las potencialidades de Andalucía para salir de la crisis. Ante todo esto nos preguntamos si realmente lo que se necesita es otro gobierno que sustituya al que ha tenido la oportunidad durante 30 años de levantarla y no ha sido capaz. Sinceramente creemos que los andaluces nos merecemos otra forma de afrontar los problemas, otras medidas, en definitiva otro gobierno.