Aldabonazo a tiempo
La política es un «perpetuum mobile», qué paliza debe ser dedicarse a ella, qué apasionante resulta a veces seguirla: Pasa ahora que el «pensamiento común» de la izquierda gaditana había vuelto sus garras hacia Rafael Román, por sus declaraciones en las que alertaba del desastre que se avecina con el Doce, una preocupación común y explícita en muchos sectores de la sociedad, por cierto. La versión en circulación hacía ver que el diputado y portavoz del PSOE en el Ayuntamiento gaditano «iba por libre», «quemaba las naves», afirmaba su puesto ante un intento de desbancarle de la portavocía municipal, que sin duda existe, o se hacía el harakiri delante de sus superiores. Sin embargo, ha bastado con que los responsables del partido, que a lo que se ve los hay juiciosos y saben mirar más allá de las anteojeras sectarias, se sienten a escucharle y las cosas han cambiado sustancialmente. Cuestión de horas, digo.
Actualizado: GuardarEl argumentario de Román no es el que quieren oír sus mayores, pero no es ninguna boutade. Además, tiene el aval de la experiencia del veterano político, que desde la presidencia de la Diputación organizó grandes eventos como la Ryder Cup o MundoVela. Viene a decir algo tan lógico como que hay que definir qué es la conmemoración, concretar de qué va eso de «la difícil aventura de la libertad» y programar al máximo nivel desde el 19 de marzo hasta el 7 de octubre, o sea durante siete meses, espectáculos, conciertos, exposiciones, actos literarios, multimedia, de la más alta tecnología, que atraigan a millares de personas hasta aquí. Si no, ¿de qué van a venir?, ¿a ver qué? Para eso es preciso cerrar ya contratos, por tanto hace falta criterio, por tanto hacen falta expertos responsables de las diferentes áreas, por tanto hace falta más dinero y más capacidad de decisión. Y, entre otras cosas, es preciso resolver cuestiones tan elementales como arrimar materiales para la obra del castillo con hormigoneras que quepan por el camino llamado «Paseo de Fernando Quiñones».
Sin embargo, aquí no se están dando pasos en este sentido. Parece que se fía a la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales lo que pueda traer, pero falta ese plus de ambición que el Bicentenario precisa. No sé, llegado este punto, si hablo por mí misma o por sus palabras, porque yo también me he gastado en reclamar la máxima altura y vanguardia para el Doce. La diferencia es que ahora, al incomodar al stablishment, uno de los suyos y por su propia iniciativa, es posible que se enderece en alguna medida el torcido rumbo del Bicentenario. No habrá comisario, al menos por ahora, pero parece que Román ha sido escuchado y su crítica no ha sido en balde.
Lo ha vuelto a hacer, pues, el viejo zorro. A sus adversarios les va a resultar más difícil ahora apearlo de su lugar. Ha obtenido importantes avales dentro de su partido. Quien quiera su puesto va a tener que presentarse a las elecciones y él va a mantener a salvo la «honrilla», dice, de seguir en San Juan de Dios. Aunque, ha de reconocerlo, a tiempo parcial.
Mientras, también es cierto que las dificultades han reabierto la brecha del desapego socialista al proyecto del Bicentenario. Si nos van a dar por todas partes, dicen, y además lo que se haga va a ser capitalizado por Teófila Martínez, apaga y vámonos. La crítica no está exenta de fustigamiento interno: se han adoptado decisiones inexplicables, como la de mantener la Aduana, y es evidente que no se va a llegar a tiempo en varios proyectos.
Este es un dato preocupante, para los ciudadanos en general y para los socialistas en particular: si se abandona el impulso del Doce, si el «pretexto» para las inversiones públicas pierde fuelle, los que vamos apañados somos todos.
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