PAN Y CIRCO

Por intentarlo que no quede

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uerido y estimado Paco Márquez: no creo que la próxima semana tengamos que darte un tapabocas porque me temo lo peor en la liga de campeones. No creo que haya muchos supervivientes a tenor de lo visto. En la Uefa, ni hemos hecho ruido y en la máxima competición continental, nos ha podido la resaca del concurso de Carnaval. Imagino que un año más nos tendremos que conformar con el torneo doméstico que, según los entendidos, ha cobrado emoción. ¿Qué pronto olvidan algunos las temporadas anteriores en las que hemos disfrutado precisamente de mucha emoción e intriga hasta el final con los regalos del Barcelona! Puede que a eso se haya querido referir Henry cuando, al hablar de su integración en el club azulgrana, no ha dudado en afirmar que la ciudad Condal «no es España y que ésto hay que sentirlo». Tal vez tanto sentimiento les haya impulsado a ser tan generosos los dos últimos años. De todos modos, comparto los pensamientos del francés, puesto que a mí me ocurre lo mismo con Cádiz. Es tal lo que siento por mi Tacita que no se puede comparar con nada en el mundo Mundial. Por este motivo, mi equipo milita en segunda división B y le va a ceder, muy gustosamente, el testigo al Xerez para que se estrene en la máxima categoría. Como somos tan desprendidos, me voy a permitir el lujo de hacer campaña por algunos yogurines de la tierra. Mis sobrinos Benjamín y Jesús, de 5 y 4 años respectivamente, ya le han comenzado a dar patadas al balón en el Rebaño María. No se rían porque, si la prensa de Madrid consigue al final que Raúl vaya a la selección, cuando se ha demostrado que no se le neceita para ganar títulos, a lo mejor yo consigo lo mismo si doy suficientemente la lata desde su más tierna infancia.