
Las bandoleras toman Cibeles
Actualizado: GuardarCibeles Madrid Fashion Week cerró su 49 edición en una apretada jornada con trece desfiles, demasiadas salidas para mostrar las tendencias de los más jóvenes, que aportan diversidad pero con luces y sombras. El francés Nicolás Vaudelet creó la esperada emoción en la mañana al reinventar la serranía andaluza, la de El Tempranillo y otros bandoleros del ayer en clave femenina para la firma El Caballo. Entre los jóvenes, Krizia Robustella volvió a aportar desenfado juvenil y originalidad en una colección dedicada a los domingueros, y no dejó de poner un detalle gamberro: algunas modelos llevaban un palillo en la boca que luego arrojaban al set de cámaras y fotógrafos vaudele. Cosas de los díscolos diseñadores. Nicolás Vaudelet no es precisamente un recién llegado a la moda. Este bretón ha trabajado con los grandes (Lacroix, Givenchy, Gaultier) hasta que se quedó deslumbrado con Sevilla cuando recibió una propuesta de El Caballo. Hasta ahora, el diseñador ha sabido explicar bien esta firma que empezó utensilios para aperos y prosiguió con el cuero y los complementos de cinturones, botas, bolsos, etc. Hasta llegar a la ropa. Vaudelet también trata de extraer la esencia andaluza y esta vez se inspiró en los bandoleros de dos siglos atrás para
hacerlos contemporáneos. Las modelos–bandoleras traían ropa de campo sofisticada a base de pantalones de mosquetero, polainas o el traje corto cordobés.
Correas de cuero se aplican a las mangas de ligeras blusas de seda y la colección se extiende en toreras de cuero o grandes chaquetones de pelo de cabra. Ciertas prendas tienen inspiración napoleónica o goyesca con toques militares en chaquetones de botonadura y bordados dorados.
Firma de South Cádiz
La mañana se inició con aires muy juveniles y deportivos con las catalanas que agrupan El Delgado Buil, marca dos veces premiada en la pasarela madrileña y que estuvo en la primera edición de South Cádiz–el certamen de jóvenes diseñadores que se celebra en primavera en el Baluarte de la Candelaria–. Ellas trajeron de nuevo mucho punto grueso de mohair, esta vez con dibujos de escamas, diseños oversize o extragrandes que acaban ciñéndose en la cintura en lana, napa, o terciopelo. Ropa corta y mini-shorts que rematan con tiras cruzadas en algunas prendas. Les siguió Robustella con su apuesta para irse de camping con pinos o mar de escenario. (La mía es la mejor gachí de barrio, la que tiene glamour), dice al expresar su tendencia esta joven de origen holandés. A ritmo de rap presentó un desfile con prendas muy informales con denim, cuero y punto grueso. Faldas de vuelo exagerado, abrigos y chaquetones con capucha, y otras propuestas muy frescas, con cuerpos donde se podía leer domingueo o pollo completaron un desfile en el que las modelos llevaban bolsas con barra de pan y patatas fritas.
Antes, la cordobesa Juana Martín presentó una colección que mira al pasado, a los grandes volúmenes de antiguos maestros para un desfile muy uniforme en colores negro, azul noche y gris que insiste en tejidos ligeros como el satén o la seda para aplicarles sucesión de fruncidos para dar caída a las prendas.
Contrastes
En este cierre de contrastes entre los jóvenes que intentan innovar y los creadores que ya tienen un pasado, Sita Murt demostró su buen gusto habitual para una ropa juvenil de niñas refinadas que quieren estar con las tendencias del momento. Frente a lo políticamente correcto, el bilbaíno Carlos Diez quiere poner sentido del humor a la moda, quitarle la rigidez de la tradición. 10 ha titulado su desfile, por las diez colecciones que cumple en Cibeles. Propuso una línea de camuflaje, con faldas plisadas.