TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

PGOU de Cádiz, agitación y propaganda

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Más que una razonable y al mismo tiempo excitante apuesta de futuro, el avance del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que ahora se somete a un periodo de alegaciones de 45 días, supone un formidable cartel electoral para que Teófila Martínez vuelva a ganar las elecciones municipales de 2011. Claro que en dicho propósito sigue recibiendo la inestimable ayuda del PSOE, cuando a estas alturas de la película aún no ha designado candidato a la alcaldía. El periodo de alegaciones, que rige en este tipo de procesos se exhibe aquí como un gran logro participativo. Pero lo cierto es que, hasta ahora, las aportaciones de los ciudadanos en el proceso de elaboración del Plan han sido ridículas, como demuestra la Memoria de Participación que se incluye en el documento que ya puede consultarse en el Palillero, pero también, a partir del próximo martes, en las sedes del PSOE y de Izquierda Unida -los partidos que votaron en contra del mismo-. Una traca de fuegos artificiales, más que un plan de urbanismo tardío. Agitación y propaganda, más que realidad pura y dura, sobre todo cuando el horizonte de 2012 planea como una tierra de promisión sobre el imaginario de los gaditanos, secularmente acostumbrados a que las obras públicas y las inversiones de Papá Estado saquen las castañas del fuego.

De todos los grandes proyectos que, para dicha efeméride, se contemplan en el plan, en realidad sólo habrá tiempo para reformar el parador y sus alrededores, habilitar el auditorio del Castillo de San Sebastián y levantar el segundo puente sobre la Bahía. El hotel de lujo del Valcárcel, según ha anunciado ya su propietario, será un cielo que puede esperar a otras fechas. Así que tendremos que conformarnos con las nuevas cien plazas del parking privado de Canalejas como obra emblemática a mayor gloria de la verja del muelle, lo único que queda en pie en la zona, a decir de Los Enteraos del Selu.

Tampoco estará lista la ciudad de la justicia, cuya primera piedra tendría que haberse puesto hace dos años, ni el nuevo hospital de Puntales, por lo que habremos de conformarnos con que llegue a tiempo el paseo marítimo de dicha zona que habrá de unirse con el nuevo Parque de Astilleros. Corren apuestas sobre el calendario de ejecución del mini-maremagnum del muelle y sigue sin estar clara la suerte y los plazos de ejecución de la Plaza de Sevilla. Menos problemático será la ampliación del Parque Genovés y la modernización del teatro Pemán.

Por aquello del pan y el circo, si hay luz verde, seguro que el Ayuntamiento ultimará la remodelación del Carranza y se dará prisa a la construcción de la plaza de toros con vocación multiusos pero que han disfrazado como pabellón para intentar eludir las protestas ecologistas. Los conservadores gaditanos quieren que Puerta Tierra vaya pareciéndose a Manhattan y ya han programado dos rascacielos, a hermanar con las llamadas Torres Petronas que con tan mal gusto coronan los palafitos de la Casería de Ossio de San Fernando. A propósito: aunque el avance del PGOU lo recoge, el proyecto de Ciudad Joven para la zona de cortadura, con casas sobre pilotes en zona de marisma, playa y parque natural, no creo que tal obra vaya a recibir los placemes de los organismos que velan por la protección del medio. Incluso el propio estudio de impacto medioambiental que incluye el PGOU lo pone en solfa, porque su cimentación sacaría a flote todos los sedimentos de contaminación marina en dicha zona.

Si el principal problema urbanístico de Cádiz puede ser el de la escasez de suelo y, por lo tanto, el número, calidad y precio de las viviendas, el nuevo plan pasa de puntillas sobre este asunto, escurre el bulto del Ayuntamiento y embarca la pelota en el tejado de la Junta de Andalucía o de la iniciativa privada, cargando las tintas sobre rehabilitación de casas antiguas, que no siempre reúnen condiciones de habitabilidad y en donde los asustaviejas ya han demostrado que generan más problemas urbanísticos de los que resuelven. Ni sombra de un cupo de viviendas protegidas a escala local, se contempla en el planeamiento y, por lo tanto, no proporciona suelo apto para edificar de manera suficiente y asequible a la demanda actual, ni un número de viviendas suficientes para atender y diversificar las demandas de techos a precio asequible.

Aunque avanza en peatonalización de intramuros, el planeamiento actual tampoco incluye previsiones sobre fortificaciones y antenas de móviles, cuya ordenación se ha ido postergando sine die para ser incluida supuestamente en este plan, en el que siguen sin aparecer. Lo que más sorprende a los profesionales respecto al planeamiento, en su fase actual, es que disminuyen los estándares de equipamientos en servicios básicos tales como los de educación pública y los sociales. Pero aumentan los mercantiles, privatizando por tanto los espacios públicos. Y en cuanto a espacios libres, ya que la ley establece un mínimo legal, Cádiz incluye a las playas y al dominio público marítimo-terrestre, para saltarse dicho límite a la torera y cumplir, aunque no lo haga realmente, con los estándares legales contando con las playas, es decir, con el dominio público marítimo-terrestre. Así que nadie se sorprenda de que instalen bancos de piedra en La Victoria y columpios en Cortadura.

La justicia tardía no es justicia. Y un PGOU perezoso, tampoco es plan. Los trabajos de planeamiento tendrían que haberse iniciado en el 2002, pero el disparo de salida no se produjo hasta el 19 de marzo de 2007. Entonces, se dijo que en cuatro meses iba a estar listo. Hubiera sido de echarse a temblar, desde luego. Finalmente, se ha tardado casi dos años en ejecutarse. Ahora, habrá que ver cuando se aprueba.