Cádiz-Iberoamérica a través del arte
Actualizado: GuardarLos profesionales de la Cultura, generalmente, disponemos de mayor información sobre los bienes que conforman nuestro patrimonio histórico que el resto de la ciudadanía, pero también tenemos el deber y el compromiso de acercar y dar a conocer este patrimonio común, con el objetivo de conseguir una mejor información, valoración y apreciación por parte de la sociedad. Se quiere lo que se conoce.
Hay ocasiones en las que nos asombra leer alguna nueva referencia en la prensa sobre una obra de importancia, aunque la hayamos visto cientos de veces y le tengamos especial afecto por motivos personales. Sin embargo, volver sobre su historia, sus valores y referentes parece que le añade otro valor y nos hace verla con otros ojos. De ahí que sea tan necesario el conocimiento y la difusión. Así nos sucedió hace unos días, cuando asistimos al «descubrimiento» del Cristo de la Veracruz, de la cofradía de su mismo nombre, por parte de Pablo Francisco Amador, profesor del Instituto de Investigaciones Estéticas de México y uno de los más reconocidos especialistas en los llamados «Cristos de papelón o de caña». Se trata de un trabajo singular, de pasta de papel y tela encolada característica de la escuela colombiana o peruana, destacado por su buena factura.
Nos encontramos ahora en un momento sensible para la ciudad de Cádiz, la conmemoración del Bicentenario de 1812, un momento en el que se habla mucho de relaciones con Iberoamérica (co-exposiciones, medallas, cumbres políticas etc.). Pero me preocupa que no se contemple alguna actividad que profundice en la importante relación mantenida entre Cádiz e Iberoamérica a través del Arte en todas sus manifestaciones, desde la arquitectura a las artes suntuarias, y se incluya un reconocimiento debido a la ciudad de Cádiz por haber sido la puerta de Occidente para el Nuevo Mundo.
Los galeones que venían de América no sólo traían riquezas y peticiones, sino que iban de vuelta con un bagaje cultural, ya que había que construir casas, templos, escuelas, fábricas, etc. Había que propiciar el nacimiento de una sociedad donde el mestizaje no sólo era biológico sino también cultural. Por ese motivo allí viajaron alarifes, escultores, pintores, orfebres, etc.
Objetos de arte y artistas transitaron de Andalucía a Iberoamérica, llevando maneras y formas. Recordemos a Sebastián de Arteaga, discípulo de Zurbarán e introductor del zurbaranismo y del tenebrismo; Gaspar de la Cueva, quien aporta aires montañesinos; Alonso Vázquez, introductor del manierismo. A través de ellos, la trilogía Zurbarán, Murillo y Montañés resulta esencial para la historia del arte hispanoamericano.
En lo relativo a las artes plásticas y decorativas, es el grabado, primero de artistas italianos y después flamencos (Rubens especialmente) y de la escuela sevillana, la principal fuente de inspiración. El barroco americano se entiende comprendiendo el barroco andaluz y viceversa ya que existió un movimiento de retorno influyente. Igualmente, tuvieron un gran significado la presencia de obras procedentes de Filipinas. Existieron aportaciones esenciales desde uno a otro lado, tanto en el estilo y la iconografía como en los soportes: marfil, plata, piedras preciosas, la pasta de maíz o enteladas para los Crucificados, etc. Incluso podemos hablar de innovaciones originales como las decoraciones mejicanas, etc. Las muestras de obras son innumerables y abarcan todas las manifestaciones artísticas, arquitectura, escultura, pintura, joyería, orfebrería, etc.
Pero no nos apartemos del tema que nos ocupa: el dar a conocer algunas piezas, fruto de esa importante y particular convivencia entre continentes. De esta manera destacaremos:
El Crucificado de pasta, de procedencia mejicana y atribuido a un regalo de Clemente de Aguinaga (1600?), existente en la cripta de la Catedral Nueva de Cádiz.
El Cristo de pasta de maíz del Convento de Santo Domingo de Bornos.
El Cristo denominado El Divino Indiano, de procedencia americana, de Chiclana
El Cristo de la Veracruz, de pasta de papelón, con las manos y cabeza de cedro, en la parroquia de San Joaquín de El Puerto de Santa María
El retablo de los ángeles de la iglesia Prioral de El Puerto.
El Crucificado de marfil de origen filipino, fechable en el siglo XVIII, existente en el convento de Santo Domingo
El crucifijo filipino de marfil del convento de Nuestra Señora del Carmen.
El lienzo de la Inmaculada, posiblemente de procedencia mejicana, del Museo Catedralicio.
El lienzo en el que se representa una alegoría de España y Filipinas, obra de Juan Luna, fechado en 1888, en el Ayuntamiento de Cádiz.
El lienzo atribuido a José Campeche, pintor puertorriqueño (S.XVII-XVIII), existente en el Museo Histórico de Cádiz.
Diversos objetos suntuarios de plata, como los juegos de ramos para altar mayor, en el Museo Catedralicio.
La columna de plata (sigloXVII) del Cristo de la parroquia de San Antonio
Los frontales de plata y tela, obra mejicana de José Medina y Pedro Tercero de Rojas, en El Puerto de Santa María.
La colección de joyas mejicanas de la Virgen del Rosario, en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario.
Estas serían algunas de las obras conocidas en la provincia de Cádiz, donde sin duda faltarán más por documentar. Este vasto y singular patrimonio, fruto del innegable contacto e interrelación entre Cádiz e Iberoamérica, merece una puesta en valor para el disfrute de la ciudadanía en general y para la comprensión de la importancia del arte hispanoamericano.
Asimismo, quiero contribuir a realizar un reconocimiento público del numeroso equipo de buenos profesionales de la cultura y del arte existentes en Cádiz, y finalmente recordar que el Arte, como los demás bienes, tangibles o no tangibles que conforman nuestro patrimonio, pertenecen a la colectividad, por lo que es un deber de los poderes públicos el aunar esfuerzo y recursos para hacer lo que se debe: comprometerse con y por la Cultura.