TURNO. Jóvenes gaditanos esperan para alistarse en Cádiz. / M. G.
Ciudadanos

«Nos alistamos porque el trabajo está fatal»

Cada día, decenas de jóvenes se inscriben en las dependencias de Defensa de Cádiz: unos por vocación, la mayoría por un empleo

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Apostados en la puerta trasera de la Subdelegación de Defensa de Cádiz, en el paseo Carlos III de la capital, cada día decenas de jóvenes esperan en un irregular orden, apoyados en la pared o en los coches, fumando un pitillo o merodeando por la calle, a la espera de que del interior de aquél edificio rojo y pálido amarillo alguien los llame.

Su apostura nada tiene que ver con la marcialidad que se esperaría de un soldado profesional. Claro que ellos aún no lo son. Aunque aspiran a serlo. Para eso hacen su particular guardia en este lugar: a la espera de las pruebas de admisión que les acredite como válidos para alistarse en alguno de los tres ejércitos de las Fuerzas Armadas.

Los hay que reconocen que lo hacen por vocación, o por tradición familiar, porque algún pariente cercano forma parte del Ejército. Y es que en la provincia de Cádiz -una de las que más soldados aporta a filas cada año de toda España- ese parentesco es bastante probable.

Otros muchos, en cambio, buscan en la milicia un empleo estable en tiempos de crisis (se podría achacar al paro que Cádiz sea la provincia que más soldados aporta a filas de toda España).

«Me voy a alistar porque el trabajo está fatal», reconoce en este sentido Francisco Mora, un joven gaditano de 22 años que esperaba esta semana a la puerta de la Subdelegación. Dentro, unos amigos hacían la prueba de acceso. «Creo que es facilísima», asegura con confianza mientras los espera. Él se enfrentará a ellas otro día, aunque ha ido a coger número.

«Para mí es la segunda vez que me presento, porque la primera no superé algunos tests», admite junto a él otro joven de 22 años, Cristóbal Martín, que también dice tener vocación militar, pero reconoce estar empujado sobre todo por la falta de trabajo. «Aquí, al menos, te garantizan un sueldo», asegura.

Desde fuentes del Ejército se evita reconocer que hayan aumentado las solicitudes por el desempleo. Pero las opiniones a pie de cola son diferentes: «Yo me presenté el año pasado -asegura Andrea, una chica de 20 años- y no hacía falta pedir número para hacer las pruebas, había mucha menos gente», reconoce. Ella y una amiga, Estefanía Brioso, representan el porcentaje cada vez mayor de mujeres que se alista.

La joven Estefanía, a sus 19 años admite que también ella busca allí un empleo: «He estado buscando trabajo y no hay nada; así que pensé en el Ejército, aunque mi madre dice que prefiere que me quede en casa». Ella no le teme a las pruebas, ni a la marcialidad, ni a la disciplina.

mgarcia@lavozdigital.es