DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

De Cerrofruto y otras miserias del Jerez del siglo XXI

Los vecinos de Cerrofruto tomaron el viernes la calle, un lugar donde paradójicamente se sienten más seguros que en esos desvencijados bloques donde viven. El que sean pobres, el que pasen necesidades, el que no tengan dinero, no significa que nos les quede dignidad o que hayan perdido la memoria. El proyecto de rehabilitación de Cerrofruto, una barriada indigna para una ciudad que quiere liderar el progreso y el avance de la provincia de Cádiz en estos inicios del siglo XXI, se aprobó en 2007. Ya era tarde. Y ahora lo es mucho más.

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La espera para estos jerezanos no supone un reto a la paciencia, supone también un riesgo. El peligro de que uno de esos pisos apuntalados se vaya abajo cualquier madrugada con consecuencias impredecidbles. El actual equipo de gobierno insiste en que todo está preparado para acometer la rehabilitación y mejora del barrio, pero que hay que seguir esperando a que la Junta de Andalucía dé el visto bueno definitivo al Plan General de Ordenación Urbana. ¿Maldita burocracia! ¿No hay ninguna fórmula para comenzar por la vía de urgencia un proyecto tan vital para las familias de Cerrofruto? Con la de modificaciones puntuales que se han hecho para temas como el de Ikea.

Cómo puede permitir un gobierno socialista como el de nuestro Ayuntamiento, cuya bandera es el bienestar social y la defensa de las clases más desfavorecidas una situación de este calibre. Cómo puede soportarla. A nuestros políticos se les llena la boca después hablando de la Zona Sur y de las múltiples iniciativas que están en el horizonte para sacar a estos barrios jerezanos de la miseria en la que llevan instalados tantos y tantos años. Allí se concentra el mayor porcentaje de los casi 26.000 parados que tenemos ya en Jerez. Esa gente no puede esperar más.