Cádiz, en el banquillo de la creatividad
DIRECTOR DE LA ESCUELA DE ARTE
Actualizado: GuardarConocer las imágenes que nos rodean equivale a ampliar las posibilidades de contactos con la realidad; equivale a ver y comprender más. Por ejemplo, es muy interesante estudiar las estructuras de las cosas, aunque sean las de la parte más superficial, lo que se llama «textura», es decir, la sensibilización (natural o artificial) de una superficie, mediante signos que no alteren su uniformidad B. Munari.
Así comenzaba mi último libro titulado Arquitectura entre muros y papel, quizás una reflexión analizando el enfoque cultural de Cádiz, profundizando sobre algo tan importante en estos momentos donde se acentúa una crisis económica avanzada y creo que con alternativas amplias donde la cultura, el propio arte, el diseño, la orientación en la Formación Profesional y la creación de empresas puede ser futurista y concisa. Hay que retomar objetivos de hace varios años. Perdimos la ocasión de crear en nuestra ciudad un Centro Tecnológico o Laboratorio textil donde el campo del diseño habría sido competitivo a nivel nacional e internacional. Las hemerotecas son reflejos de aquellos días, de aquellos años (2001 a 2003). Aún está por construirse la Casa de las Artes (2004), centro que ubicaría a la Escuela de Arte, Conservatorio y Danza y se abriría un nuevo balcón a un buque insignia como es el Museo de Bellas Artes. Seguimos con la Aduana o la Plaza de Sevilla, sin mirar detenidamente, es mi apreciación, el verdadero futuro de nuestra ciudad.
El arte gaditano está dormido, quizás sin motivación suficiente y desaprovechado. No puedo olvidar que desde la calle Tinte, se forman artesanos profesionales que exigen «calidad» en sus enseñanzas y que además demandan salidas laborales de «utilidad pública». Ya la Bauhaus de principio del siglo XX apostaba por un arte que se adaptara a las necesidades de su tiempo en el campo de la propia industria. Esto lo vemos cotidianamente en otras Comunidades como Cataluña o Galicia, donde el sentir artístico es sensitivo a las necesidades de la oferta y la demanda. No creo que haya un verdadero mecenazgo en la protección de las artes ni del diseño, y por supuesto hacia la propia industria. Se omiten profesionales para que posteriormente sean conocidos en otras latitudes. Hay que mover el «banquillo» de la creatividad y la propia generosidad para hacer cosas importantes y ubicar muchos talentos en pro de nueva productividad social del entorno. Calidad hay para ello. La cultura gaditana, el propio arte, debe de mirar hacia otras aptitudes y actitudes diferentes, no se puede estar en una inmovilidad latente mirando siempre hacia elementos frágiles de uso inconsumibles.
Desde algunos artículos, he solicitado una reflexión rápida, meditada, latente sobre centros que puedan aportar savia nueva, industrias originales, campo de la exportación. No ubicarnos en un «castillo» sin futuro inmediato. No hay verdaderas propuestas, solamente indecisiones que perjudican a la colectividad. Hay veces que se piensa que aquello que no cuesta nada no es de valor. Más que nunca hay que expandir la generosidad y el buen talante democrático. Habría que hacer una reflexión generosa, una aportación «sin nada a cambio», un estudio meditado hacia límites insospechados.
Admiro a los investigadores de hemerotecas, donde sacan a la luz iniciativas inmensas de «realidades» expuestas en el tiempo. Hay veces que el oportunismo en salir en una fotografía conlleva desilusiones por las perspectivas de los retoques que se hacen en las cubetas La generosidad «sin nada a cambio» es una buena inversión en la «nueva» economía de mercado.