
«Pude equivocarme, pero no engañé»
Zapatero intenta infundir confianza y empuje a los ciudadanos que le preguntaron en televisión por la crisis
Actualizado: GuardarEmpresarios en quiebra, parados sin esperanza en el futuro, trabajadores afectados por los expedientes de regulación de empleo.... José Luis Rodríguez Zapatero se enfrentó anoche a la crisis económica, pero con cara y ojos, los del centenar de ciudadanos que intentaron ponerle contra las cuerdas en su segunda intervención en el programa de TVE 'Tengo una pregunta para usted'. El presidente del Gobierno intentó infundir, en cada una de sus respuestas, «confianza» y empuje a los ciudadanos para superar un 2009 que se prevé «duro» y hacer palpable su cercanía con los que sufren a diario las consecuencias de la situación financiera. «¿Pero qué siente usted cuando acaba la jornada, qué es lo que le comenta a su mujer?», le interpeló Begoña, de Portugalete. «Mi principal preocupación, lo que comento con ella, son las cifras del paro», replicó Zapatero, en un arranque de sinceridad.
El presidente, de hecho, tuvo que capear las preguntas de distintos invitados al plató de Lorenzo Milá, enfadados por sus apelaciones en el pasado al «pleno empleo», y un clima, en general, de rabia, malestar y agobio ante las crecientes dificultades económicas. Zapatero insistió en que en ningún caso fue una «promesa» sino más bien «un objetivo» y confió en poder seguir trabajando para lograr crear empleo una vez se empiecen a ver «señales de recuperación» de la crisis y se deje atrás este «paréntesis duro y difícil», un hito que se aventuró a fechar para finales de este año. «Siento como mía la responsabilidad de cada puesto de trabajo», enfatizó.
El jefe del Ejecutivo se confesó «angustiado» por el desempleo ante los ciudadanos que no dudaron en hacerle tragar saliva con sus penurias personales -«con un tercio de lo que usted gana yo mantengo todo el año a mi familia», le dijo un pequeño empresario de la construcción- e insistió en que, de acuerdo con los indicadores económicos y organismos internacionales, no era posible prever hacer un año el alcance de lo que entonces calificó de suave «desaceleración». «No engañé. Puedo equivocarme, lógicamente, pero no engañar», recalcó el presidente, que negó la posibilidad de despedir a sus asesores en La Moncloa porque «nadie imaginó honradamente hace un año que íbamos a ver entrar en quiebra a los grandes colosos financieros». Por cierto, reveló que tiene 77 colaboradores. Zapatero quiso hacer pedagogía sobre la crisis y se esmeró especialmente en subrayar que su origen se remonta al «terremoto financiero con epicentro en Estados Unidos» originado por la «avaricia» de quienes buscaron «beneficios rápidos», y en recalcar que el Gobierno «no ha regalado ni un euro a la banca», sino que se ha limitado a tomar las medidas oportunas para que las entidades financieras puedan volver a prestar dinero. Pidió, a quienes lo están pasando peor, que «no pierdan la esperanza», y a quienes disfrutan de una posición económica estable, que «sigan consumiendo». Poco espacio dejó la omnipresente crisis a otros asuntos, como a un sacerdote que insistió en conocer si el presidente cree personalmente que el feto es «un ser humano». Se escabulló de la cuestión «científica», pero prometió reformar la ley del aborto.
El currículum de Izaskun
Izaskun Buelta Serrano, madrileña de 32 con síndrome de down, fue una de los 25 ciudadanos que consiguió preguntar al presidente, en este caso sobre las medidas de integración social. Zapatero se guardó en el bolsillo de su chaqueta el currículum vitae de Izaskun, tal y como prometió durante su intervención. Esta madrileña le hizo ver al jefe del Ejecutivo que, a pesar de la «reserva del cinco por ciento», todavía quedaban muchos jóvenes síndrome de down sin trabajo. En declaraciones a los medios, Izaskun dijo que, tras el programa, Zapatero le dio «muchos besos» y la felicitó reiteradamente porque lo había hecho «muy bien». « Zapatero me ha dicho que va a cumplir su palabra», explicó Izaskun, que se mostró «muy contenta» y reconoció que el jefe del Ejecutivo le había parecido «muy guapo».
Entre los lamentos que más se escuchaban tras apagarse las cámaras en el Estudio Buñuel se oían el de aquellos ciudadanos que se quedaron sin realizar su pregunta. Entre ellos destacaban personas del sector de la agricultura, descontentos por la diferencia de la cifra económica entre la venta al público y la ganancia que sacan.