Hillary Clinton. / EFE
MUNDO

Clases 'single-sex'

La profesora María Calvo dice que resulta aleccionador el caso del Thurgood Marshall Elementary School, de Seattle, que ya en 2001, y tras sólo un año de experiencia con clases single-sex (sólo un sexo), «el porcentaje de chicos que logró los estándares académicos exigidos estatalmente pasó del 10% al 35% en matemáticas y del 10% al 53% en lectura y escritura». E insiste en que este concepto de colegio está muy lejos del modelo de gueto, «que hemos visto proliferar con la población emigrante y otras minorías».

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Y no podemos olvidar que ese peso pesado del flamante Gobierno Obama que es la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se licenció en una universidad exclusivamente femenina, la de Wellesley, donde además empezó su carrera política como presidenta del senado de la universidad, y donde dio el discurso de graduación. Allí también se forjaron mujeres como Mai Ling, que casada con Chiang Kai Chek, cabeza de la modernidad democrática en China, tuvo un papel prominente en la política de su país; madame Nerhu, representante de las Naciones Unidas, o Madeleine Albright, primera mujer secretaria de Estado en EE UU. A ninguna de ellas, que se sepa, la educación diferenciada por sexos la discapacitó o la dejó marcada por la discriminación.

Cuando una vez le pregunté a Elena Gascón, directora del departamento de español de Wellesley, si la mejor forma de lograr la igualdad con los hombres era luchar desde un campus aparte dice: «No, no, la igualdad no, aquí tratamos de conseguir la excelencia y de marcar la diferencia en el mundo. Es verdad que en una universidad mixta también se puede aprender que una mujer podrá ser lo que quiera, pero le aseguro que no con tanto convencimiento».