Trágico temporal
Actualizado: Guardara muerte de once personas, cuatro de ellas niños sepultados por el derrumbe de un pabellón deportivo cubierto en la localidad barcelonesa de San Boí, provocadas por el violento temporal que sacudió la península entre el viernes y el sábado obliga a demandar si determinadas estructuras o edificaciones reúnen las condiciones exigibles para resistir determinadas condiciones meteorológicas. Pese a la pérdida tan elevada en vidas humanas los organismos de protección civil advirtieron con tiempo suficiente de la llegada de la potente borrasca de modo que, frente a los vientos superiores a 150 kilómetros por hora, se habían adoptado importantes medidas y lanzado alertas que, con toda probabilidad, evitaron males mayores. Pese a todo, a lo largo del país se registraron también tres muertes por caída de árboles, y una más en la evacuación de un buque en el noroeste de A Coruña. Entra también dentro de lo aleatorio que determinados accidentes de tráfico asociados a las inclementes condiciones del tiempo puedan acabar por provocar siniestros mortales como los ocurridos en Segovia y Palencia. Pero la muerte de los cuatro niños provocadas por el derrumbe de los muros del polideportivo de San Boi o la de una mujer atrapada por el desplome de una pared en Barcelona, ponen al descubierto la fragilidad de determinadas estructuras que deberían estar preparadas para resistir vientos de 100 o 110 kilómetros por hora como los que soplaron ayer en el nordeste peninsular. Aunque solo un peritaje especializado podrá arrojar luz sobre las circunstancias de estos derrumbes y la eventual exigencia de responsabilidades, no es explicable que una instalación que según el alcalde de San Boí se encontraba «en perfectas condiciones» veinticinco años después de su construcción, pierda en un instante todo su tejado, arrancado de cuajo, provocando el hundimiento inmediato de todo el complejo. Durante la jornada se registraron numerosos incidentes inevitables con cancelaciones de vuelos, derribo de árboles, cortes de luz y de carreteras, retrasos en los transportes, cierre de puertos y destrozos en edificios e instalaciones, sin embargo, suscita inquietud la cadena de desperfectos sufridos por los tendidos de alta tensión y las instalaciones accesorias cuyos fallos provocaron el corte del fluido en amplias zonas de Galicia y del País Vasco dejando privados de electricidad a casi un millón de habitantes. Temporales como el que ha sufrido la península en las últimas horas ponen a prueba tanto la eficacia de los servicios de inspección municipales y autonómicos sobre las instalaciones y edificaciones como la eficacia de los organismos de protección civil en cuyo constante perfeccionamiento descansa la garantía de que los ciudadanos puedan afrontar inclemencias del tiempo con el mayor nivel de seguridad posible.