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De Mao al MacComunismo
Tatiana Fisac abrió ayer el Ciclo China del Colegio de Arquitectos con una conferencia en la que analizó la historia reciente del país
Actualizado: Guardar«Cuando alguien viaja a China una semana, piensa que puede escribir un libro; cuando viaja un mes, reduce sus conclusiones a un artículo; finalmente, cuando cree que conoce bien el país, no se atreve a escribir nada». Con esa curiosa paradoja, que resume la complejidad de cualquier intento de aproximación al gigante asiático, inició ayer Tatiana Fisac el ciclo que el Colegio de Arquitectos de Cádiz le dedica al último anfitrión de los Juegos Olímpicos. Según explicó Ramón Pico, decano de la institución, la iniciativa pretende «acercar en diez lecciones esa realidad sugerente y lejana a todo el que esté interesado, no sólo a los arquitectos, tal y como hicimos con la última edición protagonizada por India, que marcó todo un reto a superar».
La elegida para abrir el programa guarda una larguísima relación «profesional e íntima» con China desde que su padre, el reconocido arquitecto Miguel Fisac, decidiera tras un viaje por Oriente que su hija con apenas cinco años, comenzase a estudiar chino. Del «aprendizaje dócil de la niñez» Taciana pasó a interesarse por todo lo que tuviera que ver con ese país «legendario y oscuro». A los 24 años trabajaba como intérprete y hoy en día está considerada una de las sinólogas más importantes del panorama internacional, además de ejercer de Profesora de Estudios de Asia Oriental en la Universidad Autónoma de Madrid.
Presente y futuro
La conferencia hizo un breve recorrido por la China Contemporánea y ofreció algunas claves para entender «el presente y el futuro de la política y la sociedad». Fisac partió de la Fundación de la República Popular China y desgranó algunas de las atrocidades cometidas por el Partido Comunista en los años del Maoísmo. «Cuando veo que algunos artistas utilizan a Mao como inspiración para sus obras pop, por ejemplo, siento un escalofrío: ése hombre es el responsable del mayor número de muertes del siglo XX, con entre cuarenta y ochenta millones de cadáveres a sus espaldas», explicó la experta. Hasta 1976 se aplicó una política de control absoluto de la vida de los individuos. «El alto dirigente Liu Shaoqi afirmaba que un cuadro revolucionario es como un ladrillo que se pone donde haga falta, todo un ejemplo de despersonalización que llevó a catalogar a los grupos con etiquetas positivas o negativas». Desde las altas instancias del PCCh se tomaban decisiones tan personales como «la elección de la pareja, el puesto de trabajo, el de residencia», con capítulos tan penosos como El Gran Salto Adelante, «un intento por industrializar a marchas forzadas el país que costó la vida a unos 30 millones de personas en tres años».
No obstante, desde la muerte del Gran Timonel «se ha desarrollado un modelo de transición que ha permitido un importante desarrollo económico -un 10% de crecimiento continuado del PIB en los últimos 30 años-» que, acompañado de «cierta estabilidad social», ha difuminado mucho los grandes pilares del Maoísmo: la planificación estatal de la economía y el control social.
Desde 1997, con la desaparición de Deng Xiaoping, la nueva dirección del PCCh «ha puesto de manifiesto el firme deseo de continuar el proceso de reformar». La Unión Europea y los Estados Unidos apuestan por unas plenas relaciones, fundamentalmente con objeto de incrementar los intercambios comerciales, «pero también como factor para impulsar un cambio político».
En cualquier caso, «el éxito con el que se está desarrollando la transición en China, que satisface las expectativas de amplios sectores de la población, no indica que sea previsible una eventual democratización del sistema».
dperez@lavozdigital.es