Iniquidad
Actualizado: Guardaringuna tortura practicada en calabozos por parte de la policía contra delincuentes comunes o presos de conciencia, ningún Guantánamo, ningún potro ni tenaza manejados por sádicos agentes de la Inquisición, ninguna bota malaya, ninguna picana como las que describía Cortázar en su Libro de Manuel, ninguna pena de azotes con látigos de punta de acero, ninguna vejación de prisioneros desnudos y acosados por perros en la prisión de Abu Grahib, ningún suplicio de los muchos y muy refinados que nos cuenta la Historia es comparable al maltrato de Alba, esa niña que sin haber cumplido tres años cayó en las garras de dos siniestros personajes: su madre y su padrastro. El infierno que atravesó la criatura aparece ahora relatado en la sentencia judicial por la que los tribunales condenan a los dos malhechores a sendas penas de veinte años. Habría que saber si ése es un tiempo suficiente para que alguien se pudra, pero aunque así fuera nada podría reparar las consecuencias de los golpes, los zarandeos, las palizas y los pinchazos sufridos por Alba, quien tras sobrevivir de puro milagro quedó impedida para siempre, con sus facultades mentales disminuidas y su movilidad mermada sin remedio. No ocurrió en ninguna tribu primitiva de África ni en remotos barrios de chabolas de la América profunda. Fue en este mismo país donde los niños viven sobreprotegidos e hiperregalados y cuentan con unos padres decentes que los llevan a la escuela entre semana y al cine los domingos, y donde existen instituciones dedicadas a proteger a la infancia. Pero por mucho defensor del menor que tome posesión de su cargo nadie puede adivinar que entre las cuatro paredes de un hogar aparentemente feliz se esconden unos canallas que atan a su hija a una silla y la golpean contra la pared hasta dejarla en coma. Uno puede elegir cada día el drama que más se ajusta a su ideología o a su capacidad de indignación y despotricar contra él a fin de quedarse con la conciencia bien tranquila. Pero los crímenes cometidos contra los niños pertenecen a un estadio anterior a cualesquiera otros, un estadio donde si uno no se conmueve es que es un tarado. Mientras existan adultos capaces de torturar a sus hijos, cualquier otra tortura, crimen, carnicería, matanza u holocausto será la cosa más natural del mundo.