Whyeth en su casa de Pensylvania en 1964. / AP
Cultura

Fallece a los 91 años Andrew Wyeth, el pintor del costumbrismo de EE UU

La melancolía y la precisión fotográfica fueron sus señas de identidad artistica

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El estadounidense Andrew Wyeth, uno de los grandes pintores costumbristas contemporáneos, falleció ayer a los 91 años en su domicilio de la periferia de Filadelfia (Pensilvania), según confirmó un portavoz del museo Brandywyne River, que alberga una gran colección de su obra pictórica. Considerado por muchos expertos como un pintor sentimental de escenas rurales y de personas, el planeta de la creación se queda sin uno de los grandes pintores realistas, considerado como uno de los más relevantes artistas estadounidenses del siglo XX.

Wyeth, al parecer, tan solo sufría una leve enfermedad y murió mientras dormía en su casa en Chadd Ford. Natural de Pensilvania, donde nació el 12 de julio de 1917, deja como señas de identidad de su arte la atmósfera melancólica que imprimía a sus cuadros y la precisión fotográfica con que los realizaba, generalmente en tonos grises y sepias, pero también su realismo mágico. El creador alcanzó en vida una gran celebridad como pintor de paisajes y personas de la costa este de Estados Unidos, sobre todo del Brandywine Valley, en Pensilvania, y de la costa del estado de Maine. Entre sus obras, la que alcanzó una dimensión más esplendorosa como proyección de su estado creativo vital fue Christina's World (El mundo de Cristina, 1948), sin duda su cuadro más famoso. En la pintura aparece una mujer minusválida, vestida de rosa, que intenta subir una colina hacia una casa victoriana.

Otras creaciones consagradas y características de su numerosa obra son Helga, Leaving, Braids, Spring Fed, Un in the studio, In the corner o Master bedroom. Pero, sin lugar a la duda, es El mundo de Cristina la que hizo de Wyeth un héroe del arte, toda vez que se convirtió en una parte indeleble del vocabulario visual de los Estados Unidos de la posguerra, cuando su autor tan solo contaba 32 años. Su realismo mágico atrapó a una vecina suya, de los alrededores de Maine, atacada por la poliomelitis, que no se rinde ante su limitación física. Los detalles de la escena están imbuidos de misterio y los colores de la naturaleza, las formas de las casas y hasta el mismo viento parecían reflejados con una exactitud abrumadora.

Medalla Nacional

Obras de Wyeth cuelgan del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) y del Museo Metropolitano de la misma ciudad. Además, fue uno de los primeros artistas contemporáneos que consiguió colocar una de sus obras en la Casa Blanca, en 1970. La inspiración de este gran artista siempre giró sobre sus lugares de residencia (Pensilvania y Maine) y en ambos lugares también cuelgan algunas de sus grandes obras: el Museo Brandywine River y el Museo de Arte de Portland, respectivamente.

El artista recibió el Premio Einstein en 1967 y en 1976 ingresó en la Academia de Bellas Artes de Francia. En 1988 recibió la medalla de oro del Congreso, la mayor distinción del Parlamento estadounidense, y hace menos de dos años, en 2007, el presidente de su país, George W. Bush, le concedió la Medalla Nacional de las Artes.

Fue Wyeth un creador excepcional que, a pesar del supuesto realismo de sus obras, no concitó las mismas interpretaciones por parte de los críticos, aunque mayoritariamente alababan su trabajo. Para unos era un pintor de excelsa pericia para mostrar los asuntos comunes de la vida que le eran más familiares; para otros, en realidad trataba de huir de la realidad con sus creaciones pictóricas, y no eran atípicos los sectores que le atribuían una indagación de lo más profundo de las personas y las cosas.

Su popularidad en vida propició que surgieran incontables imitadores. En paralelo, sus obras, reconocidas sin necesidad de llegar a ser póstumas, alcanzaron precios astronómicos en el mercado del arte. Es el caso de Battle Ensing, un cuadro de 1987 que llegó a ser comprado por 3,8 millones de dólares en una subasta de Sotheby's. Hijo menor del conocido ilustrador N.C. Wyeth , el ahora fallecido recibió su educación formal en el taller de su padre, donde bifurcó su amor dual, y a veces contradictorio, por la fantasía y la realidad observada. En 1936, cuando frisaba los 20 años, sus acuarelas atraían la atención de la crítica y al año siguiente vendió toda la obra en su primera exposición individual en una galería de Nueva York.