«Pasé un buen rato con un público muy respetuoso», dice la 'stripper'. / J. M.
ESPECTÁCULO ERÓTICO DE AÑO NUEVO

Presos de la lujuria

La dirección de la cárcela de Picassent contrató por Navidad a una 'stripper' para animar a los reclusos. "Se armó una gorda", asegura ella.

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Cae el telón y se abren las rejas. Una stripper se mueve con modales provocativos ante un aforo formado por varios cientos de reclusos con desenfrenada sed de parranda. La chica, Daniela, vestida de enfermera, desgrana sólidos y cortantes argumentos; lo último que parece es una recién llegada superada por las circunstancias. El ambiente se caldea y lo que iba a consistir en un desnudo parcial, de cintura para arriba, deriva en uno integral. La bailarina se embadurna un pecho de algo que resulta ser leche condensada y sube a cinco voluntarios al escenario. «Soy morbosa y me gusta seducir a los hombres», dirá después Daniela. El show hace que todos se olviden de sus tristes circunstancias y vivan diez minutos de gloria. Incluida ella, que actuó gratis y se lo pasó «bomba». «Un rato muy bueno, divertidísimo. Y un público muy respetuoso, mejor que en una despedida de soltero. Nadie me tocó en ningún momento».

Podría ser una pena alternativa del sistema penitenciario español, pero en realidad se trata del espectáculo erótico de Año Nuevo al que el pasado día 2 asistieron los presos de los módulos 8 y 10 -al parecer, algunos condenados por delitos sexuales y violencia de género- en la prisión valenciana de Picassent, la misma que en noviembre de 2007 salió en las noticias después de que un grupo formado por 24 internos retuviera contra su voluntad a tres funcionarios.

Regalo de Reyes

El punto picante de una noche que, en principio, prometía tan poco como las demás en el trullo salía a la luz ayer, cuando el sindicato de funcionarios de prisiones Acaip, mayoritario en el sector, ponía el grito en el cielo y pedía explicaciones a Mercedes Gallizo, directora de Instituciones Penitenciarias, y a Ramón Cánovas, director de la cárcel de Picassent, quien autorizó la celebración del evento en el salón de actos del centro, aunque no estuvo presente en el mismo. Quizá sí se extrañó cuando un interno le comentó, al terminar la noche, que había sido «el mejor regalo de Reyes» que había tenido en mucho tiempo. La que sí lo vio todo, sostienen en Aicap, fue «una de las subdirectoras de tratamiento», si bien no ha trascendido si se sintió ofendida o si temió en algún momento por su integridad. De hecho, Cánovas aprueba que no interviniera. «Hubiera sido peor. Yo tampoco lo hubiera parado».

El reglamento interno de las prisiones no prohíbe expresamente organizar actos de contenido erótico, pero a la central sindical no le parecen apropiados para ser representados en instalaciones de seguridad. Lo cierto es que nadie parece saber que iba a aparecer Daniela como Dios la trajo al mundo, sólo que un poco más desarrollada. A ella la llamaron un buen día, cuenta, «y me contrataron para que hiciera un striptease. Yo hice todo igual que cuando se me contrata para otro número». Si le hubieran especificado que hiciera una interpretación algo más light... «No se habría armado una gorda», dice. Y quizás no la veríamos hoy en estas páginas.