El caso de las chapuzas
CALLE PORVERA El caso Holgado agoniza. El Juzgado de Instrucción número 1 de Jerez ha decretado el archivo del sumario y, 13 años y dos meses después del brutal asesinato, el sistema se ha demostrado incapaz de resolver el mismo. La treintena de puñaladas que acabaron con la vida del joven jerezano cuando trabajaba en la gasolinera de Martín Ferrador carecen de autores para la Policía y la Justicia, y el brutal crimen pasará a la historia sin culpables, a pesar de que, como muy bien dice la madre del asesinado, no existe el crimen perfecto.
Actualizado: GuardarEstá claro que las cosas se hicieron mal desde el principio en este asunto. La labor policial fue una auténtica chapuza, tal y como reconoce incluso una de las sentencias judiciales sobre el caso. Merece, por méritos propios, entrar a formar parte de un manual sobre cómo no se debe llevar a cabo una investigación. Y sobre cómo no se deben tomar muestras de los restos encontrados en el escenario de un crimen. Y sobre cómo no llevar una instrucción judicial.
Lo peor de todo es la cantidad de víctimas, además del propio asesinado, que ha dejado el caso. En primer lugar, su familia, que, comprensiblemente, sigue sin asumir que el crimen continúe sin culpables y a la que casi nadie quiere ya ni tan siquiera escuchar, y mucho menos ayudar y apoyar. También los cuatro acusados, a pesar de que dos juicios les han exculpado y las recientes pruebas realizadas a los restos encontrados en la gasolinera afirman que éstos no corresponden a nadie que haya estado detenido o fichado, y, en consecuencia, tampoco a ellos, que, aún así, han estado en la cárcel y han sido durante muchos años señalados como autores del crimen.