LA PARCELITA

Una y otra vez

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Tras esta breve pausa vacacional me he asomado al mundo, al lejano y al próximo, para buscar algún suceso o noticia que motivara estas letras; buscando alguna novedad que alimentara la ilusión en que las cosas cambian a mejor. ¿Vaya decepción! Me he encontrado con más de lo mismo: comienza un nuevo año y como siempre esperamos que éste sea mejor que el anterior. Necesitamos pensar que lo mejor está por venir, quizás para alimentar nuestras esperanzas o para hacer frente a una nueva etapa en nuestra vida.

Pero este año viene lleno de prejuicios, de sospechas, de temores y, si miramos más allá de nuestras fronteras justo allí donde se supone que se originó el espíritu navideño, viene cargado de sangre inocente. Hay situaciones que no por repetidas dejan de ser aterradoras. Sé que Palestina queda muy lejos, pero los testimonios, los publicados y los censurados, no dejan lugar a dudas. Utilizando la frase de un querido amigo palestino obligado a dejar su tierra y su hogar por la ocupación israelí: «Israel paga con los palestinos todo el daño que recibió en la Alemania nazi».

En medio de esta barbarie, un grupo de mujeres, las mujeres de negro, organización pacifista que se creó en 1988 en Jerusalén y que ha extendido su mensaje de paz por el mundo, sigue saliendo a las calles y los caminos, de negro y en silencio, para condenar todas las injusticias y atrocidades a las que se ve sometida la población civil.

Uno de los pocos acontecimientos sociales, si es que se le puede llamar así, a los que he acudido en estas navidades ha sido la concentración a las puertas del Consistorio para expresar nuestro rechazo a esta guerra. Mucho frío y poca gente, quiero pensar que por lo precipitado de la convocatoria. Instalados en nuestras cómodas vidas, hemos salido de la voracidad gastronómica de las navidades para entrar de lleno en el gasto superlativo de las rebajas. Quizás esta crisis, en la que parecemos y perecemos, económicamente abotargados, nos haga ser más comedidos.