El precio de informar
Actualizado: GuardarLa liberación del fotógrafo gallego José Cendón junto a otro periodista británico secuestrados por uno de los clanes de la autoproclamada provincia de Puntlandia en el estado fallido de Somalia, pone fin a la angustia vivida por sus familiares y compañeros después de 38 días de cautiverio. Las aceptables condiciones del secuestro en las montañas del norte del país han procurado que la retención no haya dejado graves secuelas en la salud de los rehenes y que en pocas jornadas puedan reunirse con sus familias y retornar al trabajo.
Pero el feliz desenlace no puede ocultar el grave problema de seguridad que subsiste en esta zona de África donde aún permanecen en manos de grupos armados el periodista australiano Nigel Brennan y la canadiense Amanda Lindhout donde en 2007 fueron también secuestradas y liberadas dos cooperantes españolas de Médicos Sin Fronteras.
La industria del secuestro se ha instalado entre las montañas de Sanaaga y las costas del país retroalimentada por el frecuente pago de rescates sin que los sucesivos despliegues de fuerzas internacionales hayan sido capaces de frenar su expansión.
El reportero español ha pagado con el secuestro el altísimo precio de informar desde zonas de riesgo del planeta, en el ejercicio de una profesión que en 2008 costó la vida a sesenta periodistas y el secuestro a veintinueve.
Pero por encima de la constatación de que la retención de informadores se ha acabado convirtiendo en una eficaz fuente de ingresos o de presiones políticas de manera cada vez más frecuente, el ansia de conocer de denunciar y de informar al mundo seguirá impulsando a cientos de profesionales a jugarse la vida para dar a conocer a la opinión pública el lado más oscuro del planeta.