EL JEME

A por el 2009

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Nos duelen los oídos de escuchar la que nos va a caer en 2009. Estamos convencidos de que la cosa va a ser mucho peor que mala, tanto que no parece que haya existido un año con peores augurios, exceptuando el apocalíptico año 1000. Así es, vienen tiempos duros, pero tampoco será la primera vez que afrontemos dificultades. Nuestra memoria, la biografía de cada uno de nosotros, está llena de contrariedades, obstáculos y sufrimientos, pero también de alegrías y de felicidad, porque al fin y al cabo ese es el resumen de nuestra vida: sentir, disfrutar, sufrir.

Ni podemos caer en el pesimismo, ni debemos dejarnos abatir por los agoreros pronósticos que escuchamos a diario. Cada uno de nosotros ha superado muchas dificultades: problemas con nuestros hijos que nos parecían irresolubles, la enfermedad y la muerte de familiares muy cercanos, momentos difíciles en el trabajo, incluso con nosotros mismos, cuando la vida nos ha ido llevando por donde no nos gustaba o cuando no nos daba lo que creíamos merecer justamente, pero nada de esto nos ha tumbado, en cada ocasión hemos vencido a los contratiempos, a veces con alguna cicatriz, porque siempre hemos puesto en ello nuestro esfuerzo, empeño y esperanza.

2009 va a ser difícil, pero pasará enero y también febrero, llegará julio, llegará 2010 y lo habremos superado, recordaremos un mal año que costó pasar pero al que le ganamos porque no consiguió derrotarnos. Nunca lo olvidaremos, pero con el tiempo lo recordaremos como aquel en el que logramos sobreponernos a grandes dificultades, lo reviviremos como un tiempo que nos sirvió de lección, de aprendizaje doloroso, de estímulo, de superación de la adversidad. Porque ahora que la cosa está mal es el momento de dar nuestra verdadera medida, de arrimar el hombro y demostrar que igual que sabemos disfrutar de la abundancia, también podemos sobrellevar las contrariedades.

Ahora, nuestra responsabilidad es sembrar optimismo para recoger confianza y no miedo al porvenir, sembrar paz para que nuestros hijos crezcan sin angustia ni temor, sembrar esperanza para que nuestros jóvenes afronten el futuro con valor y no se dejen dominar por el desaliento, sembrar seguridad para que las personas mayores nos transmitan fortaleza y no se rindan a la melancolía y la tristeza, sembrar fe para que nuestros vecinos, nuestra ciudad, nuestro país crezcan y progresen con confianza y solidaridad.

El ciclón de la crisis nos está pasando por encima, no se ha llevado nuestra vida pero sí, en algunos casos, nuestras casas o nuestro trabajo, pero ya ha llegado el momento de levantarse, de evaluar los daños, de ponerse a trabajar codo con codo con quien hasta hace poco era nuestro desconocido vecino. Ya pasó el tiempo de lamentarnos, llega la hora del reto de convertir este presente incierto en un futuro de esperanza para nosotros y para nuestros hijos, por ellos, por tantos que no tienen nada que perder, porque no tienen nada, por nosotros mismos, dejemos de quejarnos, encaremos las dificultades y venzámoslas. A por el 2009. Feliz año.