17 veces sí, es decir a todo que sí
Guerra en plena primavera lo calificó de «bambi», ahora en plena navidad lo hubiera llamado «Rudolf», porque el presidente del Gobierno definitivamente deja de ser ZP para pasar a ser Z Noël. Por un instante pensé que el presidente del Gobierno de España había renunciado a tal distinción, por no serlo de todos los españoles, convocando de tapadillo a Montilla, menos mal que al menos la reunión tuvo lugar en Madrid y no en Monserrat. Porque las formas son casi tan importantes como el fondo, sobre todo en cosas tan trascendente como es la determinación del modelo de financiación autonómica.
Actualizado: GuardarDesde la promulgación del Estatuto catalán, a pesar del recurso interpuesto y no resuelto, hace ahora más de dos años, cuando ahora se sanciona a un juez por retrasos de más de seis meses, se le ha dado forma solemne pero oscura, sin luz y taquígrafo, formalizando la opción bilateral de la que tanto se han jactado los catalanes. Se ha pasado del café para todos, frase acuñada por Jordi Pujol para calificar la estrategia de distribución de recursos a las Comunidades Autónomas en la era González, a ésta otra, que pasa a denominarse «café gran selección», con participación en este selecto grupo de Cataluña y Andalucía, curiosamente los dos «graneros» del mejor café del voto socialista. Y claro, se ha buscado un consenso en el que prima la población, como exigencia primera catalana, que además justifica el modelo andaluz dispuesto en el propio Estatuto.
Creo que la estratagema estaba pactada desde el principio del mayor de los desaguisados, al permitir las relaciones bilaterales entre el Estado y las Comunidades Autónomas, que consolida el modelo confederal y asimétrico del Estado.
Luego, se han sucedido un sin fin de reuniones, hasta completar las diecisiete. Bueno, mejor dicho quince, a los vascos y navarros no tocarlos que ellos son todavía más diferentes y tienen el cupo, fundamentado en sus derechos históricos y forales.
Todo este desconcierto llevó en su día a introducir en el Estatuto valenciano la llamada «cláusula Camps»: «cualquier ampliación de competencias de cualquier comunidad será inmediatamente reclamada por la comunidad valenciana».
Y claro, ahora el PP en materia autonómica cogido por los mismísimos huevos, los mismos que los de Trillo, a la sazón Federico. Aquí no hubo estrategia adecuada para poder hacer oposición, como tampoco la hubo apoyando el Estatuto andaluz en la que se dispone su particular modelo de financiación autonómica.
Que lástima de no haber aprovechado la Conferencia de Presidentes de Comunidades Autónomas, calificada por el Ministerio de Administraciones Públicas como el órgano de máximo nivel político de cooperación entre el Estado y las Comunidades Autónomas, que ocupa la cúspide del conjunto de órganos de cooperación multilateral. Aquí es donde debería haberse resuelto la cuestión después del debate previo en el Consejo de Política Fiscal y Financiera.
Con el Presidente convertido en ZN y la Presidenta de Madrid con aspiraciones en ser la Esperanza Macarena de la Capital, yo sólo les pido ahora a los Reyes Magos que les regalen a los dos un libro sobre las formas, y unas medias para ésta, porque que mal está con calcetines.